María Elena Maldonado

La verdad de la mano con la realidad y el conocimiento nos lleva a tomar las mejores decisiones, por eso se ha dicho tanto que conocer la historia y en ella los errores cometidos por sus participantes, te ofrece una muestra de lo que no debes hacer y como sabemos que la mejor lección es el ejemplo, ahí está la historia, en donde se encuentra una enorme variedad de ellos. Dos columnas en el periódico Reforma hablan de ello, no creo que López lea ningún periódico, menos este, al que critica a la menor provocación. Es una lástima que no se tome el tiempo de informarse, tenemos clara su ignorancia cuando le hemos escuchado entre otras barbaridades que México se fundó hace más 10 mil años, cuando en Nueva York todavía pastaban los búfalos, aquí ya había universidades e imprenta, agrega que somos un país con una gran cultura. Nos queda claro que no la de él y que incluso la desprecia, así lo ha demostrado en la extinción de fideicomisos, becas, presupuestos a la Ciencia, tecnología y educación.  Incluso los etiqueto como privilegiados abusivos y en el absurdo mayor la Fiscalía General de la Republica persigue a los académicos con trato de delincuencia organizada.

Por eso extraje de estos textos lo que considere importante para darnos un panorama de lo que deberíamos estar aplicando en nuestro país, tristemente repetiré que retrocedemos irremediablemente y lo peor es que el tabasqueño no se escucha más que a sí mismo y sus lacayos si desean continuar en la nómina y aprovechando el presupuesto para su uso personal, callados se quedarán.  

 En su columna del Reforma -24 de mayo- Francisco Martin Moreno –reconocido escritor-  nos muestra una breve y gran lección de por qué en el norte (Estados Unidos y Canadá) se han desarrollado muy por encima de nosotros en el aspecto económico y eso se debió a que allá la ética, la educación y la división de poderes en las 13 colonias fueron claves para detonarlo. Mientras México en el siglo XIX con la expulsión de los españoles, titulares de la experiencia administrativa, los criollos operaron una República Federal, un nuevo modelo político sin la presencia de los mestizos, para iniciar un proceso de petrificación política.

 La destrucción social fue pavorosa en un contexto de autoritarismo, de organización ineficiente de la economía, de disputas violentas por el poder, de absurdas políticas migratorias, de guerras e invasiones, de la iglesia retardataria de la contrarreforma, del contubernio de poderes políticos, de incertidumbre jurídica, de corrupción impune, de resignación e ignorancia, entre algunas de las consecuencias devastadoras del atraso.
Los países protestantes se interesaban por el desarrollo de la razón, la Inquisición incineraba vivos a los científicos junto con sus obras. La mentira es castigada, la propiedad privada es un derecho de todos los hombres y el robo es un hecho muy grave. La voluntad popular es una fuente legítima del poder de los gobernantes. Se impone el imperio de la ley. El Habeas Corpus asegura los derechos básicos de las personas, en el contexto de un mercado libre, de libertad de prensa, de cultos y de consciencia. Estados Unidos nació como un Estado laico sin padecer una guerra devastadora como la de Reforma.
Si AMLO se considera un experto en historia, ¿por qué insiste en propiciar el atraso con ideas extraídas del bote de la basura? No ha entendido lo más conveniente para México de acuerdo a su pasado…”
En el mismo tenor, Carlos Gershenson -investigador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la Universidad Nacional Autónoma de México- nos habla de “Abraham Flexner que en 1939 publicó un ensayo sobre “La utilidad del conocimiento inútil”

Flexner argumentó que sería ridículo hablar de ciencias y artes “alemanas”, “judías”, “comunistas”, o con otra restricción (podríamos agregar “neoliberales”), cuando buscamos contribuir a y expresar la “riqueza infinita del alma humana”. En otras palabras, mientras más se restrinja al desarrollo del conocimiento (por ejemplo, con el propósito de favorecer su utilidad), este será menos creativo, y por lo tanto, menos útil.
Ni Flexner ni yo sugerimos que no se invierta en ciencia aplicada y el desarrollo de tecnología. La cuestión es que no podremos desarrollar tecnología sin inversión en ciencia básica.
 Lo anterior también aplica a artes, deportes, cultura y demás actividades y campos “inútiles”. El no tener un producto inmediato no implica que no debamos de invertir en lo “inútil”. Sabemos que si mejoramos la salud (física y mental), reducimos ignorancia, adicciones, hábitos nocivos, etc., tendremos múltiples beneficios para la sociedad. El que no sea trivial traducir estos beneficios a dinero no quiere decir que no sean reales. Pero simplemente podemos observar otros lugares u otros tiempos y observar los beneficios de invertir en lo “inútil”.
Sé que el presupuesto es limitado, y pocos estarían dispuestos a asignar dinero a algo que no tenga un “entregable” tangible. Pero sólo una pequeña parte de la inversión tiene que ser con dinero. En ciencia, artes, deportes, etcétera, no necesitamos miles de millones de pesos, sino facilidades para dedicarnos a lo que nos apasiona. Sí, las plazas, becas, instituciones, etcétera, cuestan. Pero no tanto como una refinería. ¿Y qué nos beneficiará más?” 

La razón, el conocimiento por encima de las ocurrencias y la improvisación irresponsable, Ángel Saiz uno de mis mejores maestro en la Universidad nos dijo que no había que saberlo todo, hay que saber dónde encontrarlo y antes que nada no pretender que eres dueño de la verdad.

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