Redacción

Acepto la muerte natural, no a la que te arranca por intermediarios intempestivamente a los seres queridos.

Camino por la noche y te siento. Te veo ahí sé que eres muerte, pero te honro y respeto, aunque tu presencia taladre mi corazón por esas ausencias. Sobre todo aquella que arrancaste de tajo. Duelen todos.

Unos terminaron su ciclo, pero a él, como a otros te los llevaste intempestivamente. Irrumpiste para alterar nuestras vidas como lo haces cotidianamente en otras familias. Eres esa muerte que surge por decisión de otros. Y a ti, a esa no la quiero, porque destruyes, ensombreces y mantienes luto en el alma. ¡Esa no! ¡No te queremos! Nadie la quiere, porque acaba con los ánimos de sonreír siempre. Es la que no olvido ni olvidan. La que inquieta. La que sacude.

Acepto aunque con dolor aquella, a la que es de un proceso que termina. Por eso con ansias espero a ellos que se fueron. Quiero que me abracen diciéndome que velan por mí, por mis hijos y mi familia entera. ¡Va por ellos! A quienes nunca olvido. ¡Va por él! Que de tajo le arrancaron la vida. También por esos inocentes que hoy fueron olvidados y sus lápidas abandonadas.

Por aquellos que caen en manos de quienes no respetan la vida y hacen suya la decisión de quien fallece. ¡Va por todos! Que pierden la vida en manos de irresponsables que los asesinan. Va por ustedes a quienes no sólo recuerdo en este tiempo. Para ellos que inundan siempre mi vida con su presencia silenciosa.

Y a ti muerte, a ti, sólo pido detengas tu impetuosa actitud que mancha de sangre nuestro país y enluta trágicamente a familias. Ahí, me anticipo, aún viva para advertirte que cuando decidas llevarme, me iré con esa computadora y libros para que desde allá también te honre, desde allá también siga mi crítica a quienes olvidan el arte de servir.

Desde allá pida e insista que tu presencia de muerte sólo corra como un proceso natural y no como producto de tragedias. No como resultado de decisiones erróneas o impericias. Ni como resultado de omisiones e indolencias. Allá, invocaré a tu conciencia para que no permitas enluten familias intempestivamente.

que no pierdan a quienes aman, por una delincuencia no contenida. Para que tu arrojo de muerte violenta no lastime a un país y a su población ávida de conducción firme. Para que con entereza los que viven cumplan su responsabilidad de frenar y castigar a quienes se sienten dioses para arrancar vidas. A ti muerte, te hablo de frente para que impregnes en aquellos que hoy dicen dirigir, lo hagan con la conciencia y no vean como natural o colaterales, las muertes por homicidios, por ajustes de cuentas, por enfrentamientos, por aceptar chantajes que los “ponen de rodillas”.

A ti muerte los mexicanos de este bello país, te respetan y te honra, pero no te quieren desatada ni arbitraria sobre ellos. Te quieren colorida, sonriente para que les des ese espíritu de ánimo, de esperarte sólo cuando sepan que hay que partir porque su etapa de la vida, ha terminado.

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