Por Socorro Valdez Guerrero

Ver sus rostros. Su sonrisa, y la alegría por la vida, nos lleva a no olvidarlos a ellos.
A esos pequeñitos que aparecen con sus cabecitas calvas, rapadas a fuerza por una enfermedad.
Por un cáncer, que su inocencia no acaba de entender.
Y su voz, la de él, con sus gesticulaciones, que desatan furia.

Un presidente -Andrés Manuel López Obrador-que tiene un hijo, que debiera ser su conciencia, por aún pequeño, aún en edad, igual que ellos, en riesgo de un cáncer.

Con una declaración, de ¡Insulto! Para padres y madres que lloran, que pierden a sus hijos por el ¡Cáncer!
Para ellos, niños y niñas, que ¡Mueren! Uno cada cuatro horas, víctima de un mal, sin ¡Medicamentos!

Con niños que no son una cifra, que no son una fecha ni significan una estadística, son ¡Vidas!
Vidas de niños, que no deben ¡Morir!
Y menos, por arrebatos políticos e ideologías de frustración.

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