Rodulfo Reyes
De Primera Mano

El enésimo lance del presidente Andrés Manuel López Obrador contra la prensa –ahora vapuleando a la revista ‘Proceso’–, prendió las luces de alerta en la situación del periodismo mexicano frente a la llamada ‘Cuarta transformación’.

El semanario fundado por Julio Scherer García –el más grande periodista de los últimos tiempos– “no se ha portado bien” con el tabasqueño que gobierna del país, según dijo el propio AMLO en su conferencia mañanera del lunes.

La acusación en contra del prestigiado medio se dio luego de que su reportero Arturo Rodríguez cuestionara al mandatario sobre el posible involucramiento en el caso Ferninal del empresario Ricardo Salinas Pliego, ahora convertido al lopezobradorismo.

La pregunta le incomodó y, en respuesta, el de Macuspana dio una “lección de periodismo” a los asistentes a la rueda de prensa matutina que ofrece el político tabasqueño aún en campaña.

Para López Obrador los periodistas que no apoyan las transformaciones del país, como su 4T, no son “buenos”.

Los comunicadores, dice, deben tomar partido.

Eso de “tomar partido” se entiende que a favor de su causa.

De inmediato reprendió a ‘Proceso’, al que acusó de ser “cómplice” de los anteriores gobiernos ‘neoliberalistas’.

Cualquier ciudadano medianamente informado sabe que la publicación de Julio Sherer es un referente en la vida política nacional.

México no podría entenderse sin los trabajos de investigación de ‘Proceso’ para desnudar al poder público.

Todos los presidentes mexicanos han sido exhibidos por la revista, empezando por José López Portillo, quien fue el primer presidente en querer desaparecerla.

“No pago para que me peguen”, dijo el novio de Shasha Montenegro y ordenó que todas las entidades públicas le retiraran la publicidad gubernamental.

Antes, durante el mandato de Luis Echeverría Álvarez, cooperativistas de ‘Excélsior’, apoyados por el régimen priísta, echaron a Sherer y a su equipo, que de la nada fundaron ‘Proceso’, la publicación que ahora es sometida a fuego intenso por quien fue beneficiario de su influencia en 1996 que le editó en portada la foto de su rostro sangrante cuando la policía lo toleteó en Guatacalca, en Nacajuca, durante el cierre de pozos petroleros ordenada por quien ahora es el ‘mandamás’ del país.

En los 80, mientras López Obrador militaba en el PRI tabasqueño, la revista de Sherer era referente en la izquierda mexicana. Líderes sociales la cargaban bajo el brazo, y era lectura obligada los lunes, aunque desde el domingo ya estaba en todos los puestos de la capital del país.

El embate presidencial contra el influyente medio informativo es una señal ominosa para los periodistas mexicanos, pues si no “se portan bien” con el tabasqueño, podrían ser acusados de “malos”, lo que esto signifique para las hordas que lo siguen en redes sociales.

A ‘Proceso’ le queda una frase acuñada por Manuel Buendía, el más importante columnista político de los últimos tiempos: es un honor ser atacado por los poderosos…

La máxima le queda al semanario porque en estos momentos el tabasqueño simboliza el poder público.

PARA SU INFORMACIÓN…

EN LA MESA de análisis ‘Quinta columna’, trasmitida ayer en la noche a través de ‘Televisión Hispana’ por diversas herramientas de internet, se tocó el tema del desencuentro entre el presidente y el reportero Arturo Rodríguez, de ‘Proceso’. En el debate participaron los compañeros Mario Gómez, René Alberto López, Humberto Iduarte y el autor de esta columna. En tema local se abordó la errática conducción del Instituto de la Juventud y el Deporte por parte de Sheila Cadena, quien no tiene la experiencia para ese puesto.

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