Por: Lalo Porras Ortiz.
- Se vale soñar…
Hola, saludos a mis querido lectoras y saludo con aprecio a una persona muy en especial…
Soñar no cuesta nada, pero se vale, ¿algún día pasará?, ¡no se!, pero creo que así será.
En la Ciudad X, la Gobernadora lanza una convocatoria para que los ciudadanos acompañen a la presidentA a un evento de gran importancia para el Estado.
La gente comienza a hablar abajo del mantel de la mesa, ¿traición?, ¿entregará al estado?, ¿arreglos en lo oscurito entre ellas?, alguien comenta; “de los 23 Estados de la República, recordemos cómo llegaron los Priísta y Panistas vestidos de Morenos y a quien gobernaba en ese momento como los doblaron y así llegaron a gobernar hasta ahorita”, esperemos que aquí no pase lo mismo, y a los tres días ¡zas!, les dan la JUCOPO en H. Congreso del Estado… así iniciaron en cada Estado que entró morena a gobernar.
Pero, siempre hemos sido defensor y bastión de la democracia y la justicia social, ¿porque entregaríamos el Estado?, incluso fuimos la primera alianza contra morena en el País, ¿entonces porque prohibir las alianzas ahora?, mientras lo de enfrente está trabajando casa por casa, pueblo por pueblo, ciudad por ciudad, realizan eventos “sociales” y toman las calles con toda la facilidad del mundo donde se permite dañar nuestro patrimonio, pronto van a tomar las calles porque “a Chuchita la bolsearon”, ya ¡los Ciudadanos ya están asustados!, pretextos les sobran para hacer de las suyas, al cabo no pasa nada.
“Pos si las cosas están así, pos mejor me voy con lo Morenos, mis hijos también comen”…
Y luego los más misterioso de todo, ¿como puede la presidentA tener el 72% a favor con todo lo que se les a descubierto?, muy extraño todo este revoltijo de la “nueva política”.
Todo el mitin había transcurrido en un ambiente de tensión.
El auditorio, en mayoría de acarreados, gritaba consignas contra las fallas de la administración Claudista pidiendo seguridad en las calles de pueblos y ciudades, medicinas que no llegan, presupuesto para escuelas y hospitales, coto al crimen organizado, atención a los baches y socavones en áreas urbanas y carreteras locales y federales. ¡Basta de corrupción oficial!, ¡No más mentiras!, ¡Ayotzinapa vive! ¡La lucha sigue!, ¡Queremos la verdad!, ¡Que se vayan Augusto y su pandilla de La Barredora.
¡Que aparezcan nuestros hijos, nuestras hijas y mujeres, reclutado, secuestrados y desaparecidos! Todo en medio de gritos y abucheos que cada minuto subían de tono.
Finalmente la presidente estalló: “Si siguen con estos gritos, mejor nos vamos”.
El latigazo restalló más que contra la concurrencia, sobre las espaldas de los organizadores, miembros del séquito, coordinadores y hasta los más de cien efectivos militares del aparato de seguridad de la comitiva.
La dama ante el micrófono palidece, su discurso se atropella, las frases no salen en el orden establecido, se atropellan en la boca.
Por más que trata de impostar la voz no lo consigue.
Sus manos se afertan al atril, con impotencia.
La sonrisa con la que abrió su intervención se ha diluido, ya es la mueca dura, tiesa, autoritaria que usualmente la caracteriza.
Después de cada frase, busca con ansiedad la reacción de su auditorio pero esta no se ve.
Poco antes recurrió al tema del reparto de dinero. “Les quiero decir que ya hemos repartido miles de millones a los jóvenes estudiantes y a los miembros de la Tercera Edad.
Apenas levantó una decena de aplausos desganados.
Luego optó por invocar a su predecesor y pidió una ovación “Para nuestro presidente López Obrador”. También recurso vano, solo un murmullo desolado se levantó de las primeras filas del auditorio, de los machuchones beneficiados con el botín político y los contratos y prebendas.
Pero en gran mayoría el auditorio es ajeno, indiferente. La gente oye a la presidente sin escucharla. Aquí hay campesinos, ejidatarios, obreros, maestros de primaria y secundaria, anas de casa, comerciantes, empleados que no ocultan su molestia por haber sido obligados a venir en el acarreo organizado por los dirigentes locales del gran partido.
Furiosos, el gobernador, los alcaldes y los dirigentes del gran partido, mandan mensajes amenazantes a sus subordinados. “Que aplaudan, jodidos”. “¿Pues a que vinieron?”, “Que no chinguen”. “Que griten porras, que lancen vivas”. “Muevanse carajo, después haremos cuentas”.
Aclaró, solo fue un sueño, tal vez muy cercano a la verdad o solo fue un mal presentimiento, ¡dejémoslo en un sueño!.
Gracias por leerme, y espero verlos pronto este enfisema caf día está más fuerte y traemos buen pleito…
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