Por Socorro Valdez Guerrero

En el pasado votos ante ¡Dios! En el presente para los de rosa.
Impulsor de políticos, de ¡Polémicas!, hoy de trampa ¡Mediática!
Difusión antes para Dios, hoy para ellos.
Quería, astuto sabía, ¡no podía! No tendría los votos del hombre, del ciudadano.
Antes sermones, oídos para escuchar culpas. También fustigador de políticos, ungido para inmacular a otros.
Poco respetuoso del Derecho Canónico. Simulador, aspirante a título oficial de político.
Ya político con sotana y sin ella.
Jubilado para el cielo, activismo para el hombre en la tierra.
Representante de Dios. Ahora de los hombres de ¡Rosa!
Dio la hostia, quería el sufragio.
Anhelaba representar a los que con voto deciden, los mantienen registro, quien gobierna, aunque no, ¡cómo gobierna!
Onésimo Cepeda Silva, obispo retirado de Ecatepec, hombre de controversia hasta para la Iglesia.
De platica amena. Personaje sabedor de las entrañas de lo religioso y de lo ¡Político!
Conocedor del manejo del púlpito para la grilla, para lanzar y dejar mensajes.
Rodeado de poderosos. Respetado por políticos, lo mismo tricolores que blanquiazules.
Respaldado por gobernadores, y jamás separado ni de la Iglesia ni del Estado.
Tampoco alejado de presidentes (Enrique Peña Nieto, Vicente Fox y líderes sindicales) y compañero de juego de pecadores -Carlos Ahumada, argentino fraudulento-.
Amigo de Antonio Chedraui, socio de Carlos Slim, de empresarios.
Sacerdote retirado, hoy promotor e impulsor con corbata rosa.
Sabedor de darle fuerza por “¡México!” Para que visualicen el rosa.
¿Estrategia y artimaña política? O ¡Vil astucia!
Para ardid de difusión y posicionamiento.
Un rosa, que usó la sotana para empujar la Fuerza por “México”.
Hombre astuto, mediático que sabe el qué, el cómo, y el para qué.
Cura al que conocí hace más de 25, en esas misas religiosas que se difundían para El Heraldo de México.
Amante de la buena vida. Gran jugador de golf en Real del Bosque, con aquellos, los de dineros.
Con esos, que como a él, gusta de la vida de lujos.
Dejó la sotana, ¡nunca la política!, esa que es para ellos, no para el ciudadano.
Los de color rosa, lo empujaron. Querían a sus feligreses, a esos que le confesaron sus “pecados”.
No lo dejaron. ¡Renunció! Lo hicieron cejar.
Le exorcizaron sus pensamientos.
Le advirtieron, le ¡quitaron la corbata rosa! Y los que creen en Dios.
A ellos, los que con su voto esperan creer en alguien en la tierra.
Regresó la corbata, le prohibieron la pluri, le ¡Quitaron! La ilusión de la curul.
Y a ellos, les arrebataron al de sotana, al de votos con Dios, para dejarlos sólo con un rosa que no fue ni inmaculado ni Santo.

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