Por Socorro Valdez Guerrero

Fraternidad ante nuevo año, tiempo de elecciones y de muerte, empuja a ¡Unión!, no a deseo de palabra vana, promesa fingida o sólo pensamiento.
Urge al cambio social de ¡Acción! De movilidad.
A transformación, no simple deseo.
Es conciencia, ¡Decisión! Y ¡Unión!, no división ni fractura con el sector social.
Es modificar conductas ante una vida compleja y adversa, que frene al que impone odio e inmovilidad.
Es evitar una mala acción pública. Es empujar a todos, sin ideología o creencias.
Es no etiquetar en buenos y malos.
Es reconocer que malas decisiones públicas afectan a ¡Todos! Y las privadas, tu círculo, tu entorno.
¡Ninguna se justifica!
El putrefacto y dañino, a veces es tanto ateo, como el que inclina su fe en Dios y manda bendiciones.
O el que te habla de fraternidad e impregna odio, empuja al enfrentamiento, al miedo.
Lo importante, los ¡Actos!, ¡la acción! El Ejemplo.
Cambiar para dejar atrás, aquel año de muerte y violencia por diferencias ideológicas o simpatías partidistas.
Hacer del hartazgo por la impunidad, al abuso, la corrupción, la injusticia y el deterioro diario de la vida, el impulso para el cambio.
Reflexionar que en tiempos de guardar para unos, y de de vacaciones para los que no se quedan en casa, la fraternidad es confianza propia y hacia el hermano.
Es no esperar cambio automático por nuevo año. Es frenar a ese candidato que sólo piensa en su aspiración y quiere despilfarrar en lo superfluo para convencer.
Es no podrir tu alrededor ni permitir que el parásito enquiste ¡Derrota! ¡Odio! ¡Fracaso! Y ¡División!, por ideologías o creencias.
Es mostrar arrojo, impulso y corazón para salir adelante, ¡todos!, aún en la adversidad y en el luto.
Es solidarizarse con el otro, aunque disientas con él.
Es hacer introspección, auto análisis sobre si un año cambia todo o ¡Nosotros! Cambiamos todo.
Es respetar creencias, ideología, inclinaciones políticas o ateísmos.
Es no mirar si el religioso o el ateo es mejor; si la fe o no creer te hace bueno o malo.
¡Es respetar! Y entender el gusto de cada quien, sin dañar al otro.
Es hacer, con acciones, no con palabras, la FRATERNIDAD.
Es no fingir. No simular que empujas a la fraternidad, sin predicar con el ejemplo lo que pregonas.
Es no propiciar ni con la palabra al enfrentamiento con el hermano.
No destruir, sino construir; es ¡cambiar tu! Y cambiar yo, empujar ¡Todos!
Es pureza del alma.
Ver tu interior, cómo eres, qué das y haces para no dañar.
Es simple, es nacer en cuna que no se batió en la porqueriza.
Demostrar el corazón no por un año ni por aspirar a un cargo, sino porque cambiar todos, transforma, no simula ni finge, porque deja algo para ¡Todos!..

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