Por Socorro Valdez Guerrero
Sr. Presidente, Andrés Manuel López Obrador, siempre fui respetuosa de la institución y figura presidencial, y cuando usted llegó a ella, tuve la convicción de mantener ese respeto y hasta creí que con el tiempo, me tragaría mis palabras sobre usted, el monstruo de partido y el endeble gabinete que formó.
Hoy me causan fobia -usted me generó ese trastorno-, mucha impotencia y desesperación, porque compruebo, ¡no me equivoqué! Al no votar por usted ni su organización política.
Su partido sólo está lleno de arribistas de todos colores y saltimbanquis, con contadas excepciones. Y sabe, nunca había detestado y deseado con tanto ímpetu, termine un mandato.
Tengo miedo, sí, dolor e incertidumbre de un futuro inmediato, sí, porque usted y su equipo muestran sobrada ineptitud, indolencia, negligencia, soberbia y empecinamiento -me quedó corta en calificativos- aunque sé tiene experimentadas personas, por supuesto de todos niveles, desde el más humilde empleado, hasta secretarios de estado, pero desconozco por qué esa actitud agachona que permiten haga su voluntad.
Bueno, hasta su esposa causa ¡Vergüenza! Eso, eso es ¡Traición a la patria! Yo estoy en la última etapa de mi vida, pero vienen atrás muchos, no sólo de mi familia, de la población y usted y quienes agachan la cabeza, son verdadera amenaza para su desarrollo.
Lo digo con dolor, con pesar, y hasta con rencor, no sólo por la muerte de mi hermano a causa de una pandemia que usted ni nadie saben cómo enfrentar.
Esa y otros decesos demostraron evidentemente, que sus estampitas ni sus torpes llamados, detendrán las muertes de otros, que en realidad muchos son ¡Homicidio Culposo!, y a consecuencia de algunas instituciones, que ante ponen el valor del dinero, a la vida de las personas, como la Fiscalía General de la República, donde hay muertes por COVID19, que se califican como riesgo de trabajo, por su mala conducción, pésimas decisiones, y en usted, su decrépita actitud. Lamento que no despierte la población -y todavía haya quien lo defienda-.
Siento impotencia por esa falta de unión, y decisión, pero sobre todo por falta de líderes, de figuras partidistas o legisladores que asuman acciones firmes y certeras, para llamarnos a enfrentar lo que viene y a usted, y su camarilla de agachones, castigarlos por ¡Lesa humanidad! Urge salvar a México y a su población.
Con el corazón en la mano y mi alma destrozada, abatida, y no derrotada, le pido por humanidad, por amor al país, por amor a los que usted dice, “primero los pobres”, ¡Deje la presidencia! No necesita revocación del mandato, encuestas, petición ni la decisión del voto de un pueblo, necesita tamaños y honestidad que tan falsa cacarea para reconocer que usted, quedó ¡Pequeño! Para lo grande que es el país y su población.
No soy bots, tampoco una “fifí” ni menos una enviada de nadie -investígue- soy una simple periodista -no corrupta- y enojada, que salí adelante siempre contracorriente, que toda la vida he denunciado injusticias, propias y ajenas, que siempre me han criticado por enfrentarme, pues, pues dicen que se lograr más con otra actitud, y sí, pero no me interesa. Saboreo lo que tengo.
A nadie, a nadie he robado. También serví a un partido político, lo hice con amor y convicción, porque buscaba un cambio. Fui candidata a diputada, trabajé para la Asamblea Legislativa, en periódicos y ahora, escribo por ayudar.
Y puedo decir que en todos salí con la frente en alto. Preferí, incluso, denunciar deshonestidad e injusticias que agachar la cabeza por lograr un mejor cargo, mantener mi trabajo, mejorar salario o corromperme.
Nunca pisé ni traicioné a nadie por beneficio. Mi convicción -otros dicen estupidez y utopía- me mantienen parada de frente al escribir esto para usted y para quienes me lean.
Puedo mirarlos a los ojos y decirle a usted, que en lo único que estoy de acuerdo tras sus lamentables dicharachos y decisiones, es que “a pesar de los pesares, saldremos adelante”, y no por usted, sino porque tiene razón: “Tenemos una gran fortaleza”. Y claro que no nos doblamos.
Tengo malestar, sí, que es personal, también, pero no dude en lo más mínimo que es lo mismo que quieren gritarle y escupirle muchos de mis hermanos mexicanos y no pueden. Yo no me victimizo como mujer ni quiero que me vea así.
No soy empresaria ni me llevo mis inversiones fuera del país por sus lamentables acciones -ni empleo tengo-. No soy figura pública ni líder de opinión ni alguien que le quite el sueño o le preocupe, lo sé, sólo soy una mujer con el orgullo de ser mexicana y ejercer su libertad de expresión, en espacios éticos, libres, independientes y sólo al servicio de la verdad.
Tengo decisión, valor y responsabilidad, pero sobre todo, no miedo a enfrentar lo que venga. Desde su llegada me ha pasado todo, todo, como a muchos, crisis, despido, deficientes servicios, desempleo, muerte, bueno, hasta la luz y el agua cortaron -no tienen ni siquiera bien su base de datos, y es calvario aclarar- ¿qué más puedo esperar? Lo demás se resuelve, la muerte, ¡No! Hoy pido por ellos, por ellos que quieren seguir adelante, y ¡Vivos!, aunque no pueden mientras usted no salga con un mensaje sabio de conducción, no de amenazas, de abusos y de autoritarismo.
Debe usar su manipulación para que nadie crea que ese virus y la crisis económica, se acabaron con la cuarentena. Usted sabe, y es irresponsable no decir que viene peor, más muerte y daño económico de magnitud.
Ya deje de mentir con esa actitud engreída y empecinada, pueden morir muchos por ello -me entero que un médico que se contagió, prefirió suicidarse ante la desesperación de lo inútil de sus acciones. Aún puede salvar a muchos.
Así que sólo le digo, deje de ser, como lo dice el italiano Carlo M. Cipolla en sus Leyes Fundamentales, un ¡Estúpido! “Auténtica lacra de la sociedad”, que por dañar a otros, se daña a sí mismo.
Atte: Socorro Valdez Guerrero, mujer que siempre amará la justicia, la igualdad y a este México de grandes ciudadanos vilipendiados por ambiciosos.
Yo no me voy de México, porque como otros ni puedo hacerlo. Amo mi país, amo mi ciudad, amo mi colonia, amo a mi familia y a mi gente. Solo tenga la seguridad que aunque ni creo me huela ni me hieda, seguiré de pie, de frente, y hasta el último de mi aliento, denunciaré ineptitud, falta de justicia y a torpes que sólo dañan ¡Va por tí!