Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Época de promesas y confeti…

Mientras que los fuegos artificiales y el confeti vuelan en el aire, las y los mexicanos nos vemos contagiados por la emoción colectiva de esperanzas, sueños y propósitos para el año que comienza. No obstante, detrás de las celebraciones, se esconde una peligrosa tendencia a romantizar las expectativas de cambio, sobre todo en materia política, este es el momento en el que la efervescencia tanto del champagne como de las promesas políticas se dejan ver por todos lados, por eso es crucial entender que las promesas y mensajes dirigidos por la clase política a la ciudadanía durante estas fechas no son moneda de cambio cuando se trata transformaciones sustanciales en nuestra comunidad, ni surgen automáticamente con el nuevo calendario.

El 2024 es un año sumamente retador para México y  nuestra entidad sinaloense, el proceso electoral marcará el rumbo de la política hasta la siguiente década, los discursos convincentes que prometen mejoras sustanciales en varios aspectos para este año ya se han dejado ver, la romantización de estas expectativas crea un velo que oculta la realidad compleja y desafiante en materia política, social y económica.

Debemos observar que tan prudentes son los candidatos, pues así serán si llegan a ser gobernantes.

En esta época de promesas, como he denominado al tiempo en el que los diferentes candidatos enuncian acciones que harán en caso de ganar las elecciones, es muy importante además de hacer las propuestas más creíbles, que los candidatos sean prudentes.

En primer lugar, y lo tengo que mencionar antes de desarrollar mi idea, el no querer engañar a los electores con metas inalcanzables o que son sumamente inviables. Eso es fraude. Como he comentado en otras colaboraciones: toda propuesta debe de ser viable económica, jurídicaysocialmente. Si una propuesta no pasa esos tres filtros, estamos ante un fraude y ante un candidato imprudente, que ténganlo por seguro será un mal gobernante.

Aristóteles decía que la prudencia es el justo medio, es decir está inmersa en todas las virtudes, por ejemplo, la justicia sin prudencia implica injusticia. La prudenciaestá orientada a la verdad, entonces también al conocimiento de lo que las cosas son. Un candidato que no conoce la realidad difícilmente será prudente, y seguramente será injusto.  Creo, no solamente yo, hay muchos autores como Tomás de Aquino que así lo consideran, que la prudencia debe ser la virtud dominante en el gobernante, por lo tanto, en tiempos de campañas nos debemos de fijar que esa virtud esté presente en el candidato que queramos elegir. Las reacciones ante alguna crisis, la forma de responder ante alguna crítica, son sin más el adelanto de lo que vendría en caso de que esa opción gane los comicios.

Tomás de Aquino decía que, como ya señalamos en el párrafo anterior, la prudencia parte del conocimiento de lo que las cosas son. En concreto ese conocimiento debe de centrarse en tres momentos: en lo que ha pasado, en la realidad en la que estamos y en sus posibles soluciones en el futuro.

GOTITAS DE AGUA:

Recordemos que las promesas políticas no son magia instantánea. Identificar la romantización del cambio implica reconocer que la política, como la resaca postcelebración, requiere un esfuerzo sostenido y compromiso a largo plazo. Así que, mientras el confeti se asienta y las luces se desvanecen, recordemos que el verdadero cambio no se encuentra en la magia de la medianoche, sino en el día a día de la acción política concreta y la corresponsabilidad de todos las y los ciudadanos para lograr los cambios prioritarios que tanto queremos y necesitamos.

No dejemos que los fuegos artificiales nos cieguen ante los retos y las políticas vacías, demandemos más que discursos, demandemos acciones concretas y resultados reales. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana” …                                                                                             

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