Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

La memoría vigente de Juan S. Millán…

Este titulo de mi columna de hoy obedece a la grandeza que nace de pequeños comienzos. Es en alusión a sus humildes orígenes de vida y pensamiento.

Juan S. Millán, conocido como el caballero de la política: como gobernante se distinguía por su seriedad, puntualidad, honradez, agudeza en sus argumentos, con elegancia y gran gentileza, y su respeto por las diversas formas de pensamiento. Además, mostraba un compromiso genuino con su país y su estado. En política, la forma es fondo, y Millán Lizárraga personificaba en la función pública y en su vida privada este principio.

En este momento de polarización, resistencias y división, es crucial que los líderes políticos den ejemplo de responsabilidad y humildad, mostrando su compromiso con el diálogo y la inclusión.

Juan S. Millán personificó los valores de honestidad, empatía y servicio público, representando una oportunidad única para renovar la política sinaloense, alejándola de las confrontaciones y los intereses partidistas para centrarla en las necesidades reales de la gente, construyendo un gobierno que mejoró la calidad de vida de todas y todos los sinaloenses.

Difícilmente habrá personas capaces de llevar un liderazgo natural como lo hizo Juan S. Millán desde la época de los 90s, en donde a través de su itinerancia retratan sus más íntimos pensamientos, nos trasladan a tierras mágicas, nos presentan personajes magníficos y nos ponen como testigos de dramas, redenciones y toda clase de sucesos políticos, muchas veces usando como fuente de inspiración sus vidas llenas de aventuras, pero también, que los volvieron locos, llegando a ser tan importantes para ellos como la capacidad de reunir a todo tipo de expresión ideológica.

Don Juan Millán fue capaz de liderar y gestionar equipos que lograron blindarlo hasta la fecha y que hoy forman parte de ese menú en el salón de gobernadores de nuestro querido estado sinaloense. Además, es recordado por comunicar de manera efectiva su visión, inspirar a otros y movilizar a la sociedad hacia un objetivo común. Su liderazgo político implicó la capacidad de tomar decisiones informadas, trabajar en equipo, negociar y resolver conflictos, así como también tener una visión clara y un compromiso con el bienestar común.

Fue un gobernante que conversaba con todas y todos. Donde otros veían intereses o rivales, él veía personas y equipo. Fue un gobernante que construía consensos y convergencias sin extremar posiciones y sin caer en la tibieza de dejar de sostener las propias convicciones. La primera con la que contaba era no imponer lo propio, sino construir con otros lo común. La segunda, buscar soluciones justas más allá de intereses particulares. Así construyó su imperio político.

Millán Lizárraga no ha dejado de ser un caballero de la política. Su calidad de ser humano ha sido el reflejo de su grandeza como individuo y su compromiso social fue engrandecido desde la humildad como hombre público. Fue una persona íntegra, de esas pocas que tienen el temple, la inteligencia y la convicción de iluminar el campo de la política con los valores que alumbraron su vida hasta la fecha.

GOTITAS DE AGUA:

El Licenciado Millán fue ese antibiótico político y social que necesitaba Sinaloa para vencer esas resistencias, esos cacicazgos políticos que fueron en – gangrenando a la sociedad a través de los años, lo cual tuvo que enfrentarse al oficialismo, pues siempre se destacó en ser un experto negociador y conciliador, se le describe como una persona zagas, humilde, amante de la lectura, del deporte y del buen comer. Quienes lo conocemos nos referimos hacia él, como alguien centrado, amable, con una personalidad imponente, seria, pero también con sentido del humor.

Don Juan S. Millán siempre se mantuvo firme en la persecución de sus ideales, de inspiración para sus amigos y enemigos, hombre de agallas, y que difícilmente se dejaba inyectar parado. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

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