Benjamín Bojórquez Olea
Sergio Torres Félix:
La jugada maestra de los intereses ocultos de “Los Coppel”…
El espectáculo político que vivimos en Movimiento Ciudadano (MC) en Sinaloa parece un capítulo más del manual de la descomposición partidista. La posibilidad de que Sergio Torres Félix sea desplazado como coordinador estatal del partido naranja para que el empresario y agricultor Sergio “Pío” Esquer asuma el control, está generando un revuelo digno de una partida de ajedrez político mal calculada. ¿Cuáles son las verdaderas intenciones detrás de este enroque? Y, más importante, ¿qué consecuencias puede traer este tipo de decisiones?
Sergio Torres Félix es un personaje reconocido por su estilo entrón y decidido. Aunque polarizante, nadie puede negar su capacidad para movilizar y conectar con bases populares, algo que MC necesita desesperadamente si pretende ser una opción viable en Sinaloa. Sustituirlo porSergio ‘Pío’ Esquer, un empresario con poca o nula experiencia en el entramado político, parece más una jugada dictada por intereses ajenos a los del partido que una estrategia pensada en el fortalecimiento de su estructura.
En este contexto, el nombre de Juan Alfonso Mejía y su alianza con los intereses de losCoppel cobra relevancia. La influencia de estos grupos económicos podría estar inclinando la balanza, transformando a Movimiento Ciudadano en una herramienta más de poder para las élites empresariales locales. Esto, lejos de consolidar al partido, podría fracturarlo aún más, alimentando el descontento de sus cuadros políticos y abriendo la puerta a la aparición de nuevos partidos “chiquitos” que terminen diluyendo el voto opositor. Además, no se puede ignorar que los Coppel están utilizando a Juan AlfonsoMejía por la amistad que este mantiene con Jorge Álvarez Máynez, coordinador nacional del partido Movimiento Ciudadano, lo que refuerza la percepción de que estas decisiones obedecen a intereses de poder más que a una visión política coherente.
La proliferación de estos partidos pequeños, muchas veces formados como respuesta a decisiones cupulares que no representan a las bases, no solo debilita la oposición, sino que también fragmenta el espectro político, dificultando la construcción de consensos y fortaleciendo a los grandes bloques políticos. Este fenómeno, lejos de enriquecer la democracia, la convierte en un mosaico de intereses dispersos donde el ciudadano pierde.
En esta dinámica, los partidos “chiquitos” suelen surgir como intentos desesperados de aquellos líderes desplazados que buscan conservar su influencia, aunque sea en estructuras más pequeñas. Sin embargo, estos esfuerzos rara vez logran consolidarse, ya que enfrentan la falta de recursos, legitimidad y un proyecto político sólido. Lo que queda es una sopa de siglas que confunde al electorado y erosiona aún más la confianza en el sistema partidista.
Además, este tipo de maniobras puede tener un efecto colateral que fortalezca a partidos como elPartido Verde, que históricamente ha sabido capitalizar los errores de las principales fuerzas políticas. En el caso de Sinaloa, no sería sorprendente que el Partido Verde aproveche este escenario para posicionarse como una opción viable y, eventualmente, convertirse en la segunda fuerza política del estado. Este ascenso tendría implicaciones profundas, pues reflejaría cómo las estrategias erráticas de los partidos emergentes pueden abrir espacio para fuerzas políticas con intereses y alianzas cuestionables.
La fragmentación de los partidos y la proliferación de proyectos personalistas no solo debilita a la oposición, sino que también refuerza la hegemonía de los grandes bloques políticos. Es un ciclo vicioso: la falta de cohesión interna genera deserciones y divisiones que, a su vez, erosionan la credibilidad del sistema partidista. Y esta crisis no es exclusiva de Movimiento Ciudadano; la vemos replicada en casi todos los partidos políticos que han perdido la brújula de sus principios.
Pero este movimiento también tiene implicaciones simbólicas profundas. En el ajedrez, el enroque es una jugada que busca proteger al rey y fortalecer la estructura defensiva del tablero. En la política, este “enroque” parece todo lo contrario: una decisión que deja expuesto al partido, lo debilita ante el electorado y cuestiona su capacidad para ser una opción real de cambio.
GOTITAS DE AGUA:
¿Es Movimiento Ciudadano una esperanza de transformación o solo es otro peón en el tablero de los poderosos? El tiempo lo dirá, pero por ahora, la fractura interna que este tipo de decisiones genera deja un mensaje claro: los partidos que no se construyen desde la base y con liderazgo auténtico están condenados a ser efímeros.
Y es que, al final, lo más preocupante no es el cambio de nombres, sino el mensaje que estas decisiones envían a los ciudadanos: en la política mexicana, la supervivencia está reservada para quienes juegan a ganar a cualquier costo, aunque ello implique perder el sentido.
El enroque político no protege al rey, solo demuestra que los peones están dispuestos a morir por una causa que ya no es suya. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”
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