Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

La oposición siembra miedo para cosechar poder…

En Sinaloa, la derecha vive su peor pesadilla desde el histórico triunfo del movimiento de la Cuarta Transformación en 2018.  Esa desesperación ha tomado forma en una obsesión: ver derrotado políticamente y arruinado al gobernador sinaloense Rubén Rocha Moya.

Los ataques mediáticos son solo la punta del iceberg. Detrás de esa maquinaria de desprestigio hay intereses económicos profundamente arraigados que se niegan a perder los privilegios que durante años les permitieron controlar las riendas del Estado. Ahora que esos privilegios se ven amenazados, la estrategia es clara: desgastar, desacreditar y sembrar el caos. Si el gobierno falla, ellos ganan. Si el estado se incendia, ellos venden los extintores.

La estrategia es clara: debilitar la imagen del gobernador, minar su legitimidad y frenar cualquier acción transformadora. La oposición no aspira a ganar con propuestas, sino a que Rocha Moya termine su sexenio con un congreso adverso y una imagen pública deteriorada. No buscan construir, solo quieren destruir para abrir camino a sus viejas prácticas. Y detrás de esta maniobra, no hay ideología, solo un cálculo frío para retomar el poder y cobrar facturas que beneficien a los de siempre.

Lo preocupante es que no se trata únicamente de ataques políticos. Es una guerra mediática que busca instalar narrativas de fracaso y desilusión, apostando a que la gente olvide los avances logrados en educación, salud, bienestar y justicia social. La derecha entiende que el desgaste mediático es su mejor herramienta para sembrar incertidumbre y miedo, y está dispuesta a usarla hasta la saciedad.

Sin embargo, el panorama no es tan favorable para la oposición. La ciudadanía está más despierta que nunca. La era de las redes sociales ha democratizado la información y ha hecho que las mentiras no duren tanto. La gente recuerda los años de abandono, corrupción y simulación que marcaron a los gobiernos de derecha. La resistencia popular nace del reconocimiento de los avances y del entendimiento de que el cambio verdadero incomoda a quienes siempre se beneficiaron del status quo.

La derecha subestima la capacidad de discernimiento de un pueblo que, con educación y memoria, ya no se deja engañar fácilmente. Las embestidas mediáticas encuentran un muro de resistencia construido con valores opuestos a los de sus detractores: la solidaridad, la justicia y la esperanza.

El desafío para Rocha Moya y el movimiento de transformación es claro: seguir fortaleciendo los lazos con la ciudadanía, manteniendo la cercanía y transparencia que le han dado fuerza. La batalla no es solo política, es cultural y social. La derecha juega al desgaste, pero la transformación juega al despertar de conciencias. Y ahí, en esa arena, la oposición tiene pocas posibilidades de éxito.

GOTITAS DE AGUA:

La crítica y la oposición son fundamentales en una democracia, pero cuando esa crítica se convierte en un afán destructivo, estamos frente a una amenaza mayor. México no necesita que sus líderes fracasen para que otros triunfen. Necesitamos proyectos, soluciones, consensos. Lo que menos necesitamos es un país hecho pedazos para que los de siempre vuelvan a sentarse en el trono. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…

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