Por.- Benjamín Bojórquez Olea.  

Ni a quien irle…   

A diario malas noticias se acumulan en México. Todos los días despertamos con la misma pregunta: “¿Hoy qué nos toca?” Se nos cae a pedazos el país y pareciera que nada detiene la decadencia en que vivimos. No es culpa, exclusiva, de la actual administración.

Llevamos al menos tres sexenios donde un panista, un priista y ahora el primer morenista; han destruido con su desprecio a los derechos humanos, su tolerancia a la corrupción y su negligencia, la promesa de una vida mejor y un país justo que perseguimos con la transición democrática. Enumerar las fallas de la actual administración es hasta ocioso.

Los intentos restauradores de la dictadura perfecta de un gobierno de un solo hombre, la destrucción de instituciones, polarización de la población y la fantasía de una realidad que se puede moldear con la voluntad y discursos del líder. López Obrador ha resultado un político mezquino y un hombre pusilánime; que construye castillos en el aire mientras afuera de su Palacio las consecuencias de sus ocurrencias y los viles pecados de administraciones pasadas duelen en la vida cotidiana de millones de mexicanos. 

López Obrador despertó una gran esperanza en millones de mexicanos ante quienes ahora se abre paso la desesperanza y el sinsentido político. Pero de aquellos polvos vienen estos lodos. México ha venido descendiendo por años en una espiral de corrupción y decadencia impulsado por la arrogancia, cerrazón y bajeza de una clase política incapaz de crear estructuras políticas que respondan a las necesidades de la población.

Poco queda de la democracia cristiana en Acción Nacional, hoy convertido en un partido de miserables contrabandistas de votos; el partido eterno del siglo XX mexicano, PRI, ha dado muestra tras muestra de carecer de ideología y proyecto, que en realidad es simplemente una organización de la más vil de las oligarquías mexicanas preocupadas por mantener sus privilegios a toda costa; dos partidos se pelean el banderín de la social democracia, PRD y Movimiento Ciudadano, pero carecen de apoyo popular, izquierdas sin clase obrera, sin discurso, el primero un muerto que camina el segundo repletos de almas bellas y bien intencionadas pero irrelevantes ante el panorama actual. Derrotados, apabullados en el 2018 y 2021 respectivamente los partidos de oposición fallaron en hacer un examen de conciencia, y enmendar sus errores.

Al contrario, se encerraron en sí mismos y han perdido el rumbo, son partidos sin proyectos, peor aún, sin identidad. El resto de los partidos, son mercenarios y sanguijuelas que viven de chupar el poder de MORENA. Los problemas se nos acumulan como la humedad y el moho que todo lo corroe en una casa vieja. Y nuestra clase política del país ha mostrado una y otra vez ser mediocre, vil e insignificante.  

GOTITAS DE AGUA:  

Han sido días y años complejos para el país, con cada semana que avanza es más y más evidente la incompetencia de la administración actual. Al parecer en la Cuarta Transformación están aferrados en destruir nuestra historia y en hacer el ridículo con gritos que solo demuestran ignorancia y servilismo.

El Gobierno se aferra a un discurso con simbolismos, pero alejado de la realidad, un discurso lleno de mentiras y medias verdades que es insostenible ante una realidad evidentemente desalentadora. Tomar como ejemplo a gobiernos populistas no soluciona en nada la realidad que vive América Latina y sus pueblos.

Los mandatarios, tristemente, asisten a tomarse una foto aparentando descaradamente que todo está bien mientras sus pueblos se sumergen en la miseria. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…            

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