Por.- Benjamín Bojórquez Olea.
Colosio Riojas: ¿La esperanza?
Sería muy prematuro pensar que el país cambiaría radicalmente de pensamiento. Ahora se habla de Luis Donaldo Colosio Riojas y de la posibilidad, tan prematura como ilusoria, de que sea el hijo del malogrado priista quien pueda descarrilar a Andrés Manuel López Obrador. La semana antepasada causó revuelo una encuesta publicada por un diario capitalino, en la que el joven alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, de Movimiento Ciudadano (MC), aparece con 27% de las preferencias electorales rumbo a la sucesión presidencial de 2024. Pocos eventos han marcado a un país convulso y lleno de tragedias como el de Lomas Taurinas, Tijuana, de esa fecha.
En medio siglo, prácticamente nada como lo ahí ocurrido: el asesinato, en un caótico mitin, de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el candidato presidencial del entonces todo poderoso PRI. Y como lo comenté el día de ayer, ese parteaguas es fácil de recordar, pero imposible, aún hoy, de explicar convincentemente para todos. En ese entonces, un candidato presidencial tricolor era un príncipe camino a un trámite de coronación. Pero de dos plomazos en medio de un terregal, el desfile de confeti que eran las campañas priistas tornase en una tragedia que fracturó al PRI y, por supuesto y para nada menor, a una familia.
El partido que gobernó a México por décadas no volvió a ser el mismo (cundió la cizaña de las sospechas de traición) mientras que los familiares del asesinato salieron de la escena pública. El cáncer consumió a Diana Laura, su viuda, y sus hijos emigraron a Nuevo León, lejos de la natal Sonora de los Colosio, lejos de la Ciudad de México donde pocos meses después el oscuro estigma de 1994 crecería con otro asesinato en la cúpula del PRI, y con el estallido de una crisis económica tan colosal que el mundo la bautizó con nombre de resaca: efecto tequila.
Más allá de la política, miles y miles de familias mexicanas perdieron por ese terremoto económico su patrimonio y la tranquilidad. Es un año maldito para demasiados. Por eso no deja de ser extraño el eco de 1994 que ha recorrido el país esta semana. 27 vueltas al sol después, la clase política ha mencionado como pocas veces antes el nombre de Luis Donaldo Colosio. Solo que ahora se habla de su heredero, Luis Donaldo Colosio Riojas, y de la posibilidad, tan prematura como ilusoria, de que sea el hijo del malogrado priista quien pueda descarrilar a Andrés Manuel López Obrador en su intento de dejar en la presidencia a alguien de su movimiento.
Colosio Riojas, ahora de 36 años, podría argumentar que este retorno de su apellido a las grandes marquesinas no salió de la nada, que en la política no hurta sino hereda, pero lo cierto es que tal irrupción surge más de la ilusión de que ese páramo de candidatos que es la oposición reverdezca, antes que de sus propios méritos. Colosio Riojas apareció en la política como diputado local en su ciudad adoptiva de Nuevo León, un cargo tan elemental como anodino. En los estados existen las y los gobernadores, alguna o algún alcalde, pero casi nunca despuntan por su labor los legisladores locales.
Luis Donaldo ocupó esa posición en el 2018 y hasta que este año fue lanzado a la alcaldía de Monterrey, ciudad emblema de la industria mexicana, espacio laboral –que no habitacional- de grandes empresarios, referente inevitable de cosas importantes. Pero en ese puesto no lleva ni tres meses. Ni noventa días, vaya. Y salvo haber conjuntado un equipo variopinto, no exento de potencial y diversidad pero que lejos está aún de mostrar resultados, hoy Luis Donaldo podría ser el alcalde número mil en ver frustrada cualquier aspiración ulterior. De hecho, sería un alcalde más iniciando su primer año con muchas más dudas que certidumbres.
Salvo que se apellida Colosio, y que días atrás en la encuesta del diario Reforma –con sede real en Nuevo León- salió en el lugar número tres de las opciones mejor calificadas por la población rumbo a la presidencia de 2024. Al lograr ese puesto ha provocado un remezón mediático tan estruendoso como –al menos por hoy- lleno de helio. Porque hacia adelante queda un camino azaroso, donde el partido de este Luis Donaldo está peleado con el de su padre, cosa que parece ensanchar la futurista retórica de que también este hijo de Magdalena de Kino estaría llamado a significar una “esperanza” de renovación de la esclerótica escena política mexicana.
GOTITAS DE AGUA:
Traducción: faltan muchos meses para los comicios, pero según los números de esta conocida encuestadora hay un nombre que ilusiona al movimiento naranja, de un partido distinto al presidencial, que podría ser competitivo en 2024. Hay un sugerente nombre en el top three, pero ¿más allá del conocido apellido, de esa marca troquelada en el colectivo nacional, hay un Colosio Riojas un político al que le aguardan cosas grandes? Demasiado pronto para saber, demasiadas dudas por ser despejadas.
Este Luis Donaldo suscita interés, antes que nada, porque en la oposición no hay nadie más. Y si me apuran porque incluso la caballada de Morena es más bien flacona. Resulta una paradoja, pero es potente: ese nombre que nadie que tenga más de 45 años puede olvidar, es una novedad en el panorama político de la tercera década del siglo XXI.
A ver si esto madura bien, porque como advertía el también sonorense Manlio Fabio Beltrones, con los jóvenes políticos pasa lo que, con los novillos, si los montan demasiado pronto, los pandean. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. Nos vemos Mañana”…