Socorro Valdéz Guerrero

Cómo no valorarte si me haz dado tanto. Cómo no admirarte tan gallardo, tan imponente, aunque quieran seas pequeño. Cómo no saborear, si eres tan dulce, tan cálido, tan colorido, tan, tan..¡único! Cómo no apreciar que me empujas a sentirme orgullosa de tenerte, de ser parte de ti, de sentirte en mi piel, de añorarte cuando estoy lejos.

Cómo no valorar esa independencia y libertad que das, aunque haya quien busca frenar y cancelar mis derechos. Cómo no reconocer que aquí puedo ser y seguir adelante, que no necesito a otro; que aún con tropiezos, aún con miedos, soy plena.

Cómo no gritar cuando te depredan, cuando te lastiman, cuando te hacen daño, si eres mi refugio. Cómo aceptar que los ojos del mundo vean en ti ¡Peligro! Cuando en cada rincón das mucho, acoges, pero abusan, te arrebatan y lo hacen suyo.

Cómo creer y pensar de ti lo que todos, si muchos son ciegos, no ven tu belleza, tu natural hermosura. Cómo dejar que tu verde se empañe, que el blanco desaparezca y el rojo, se manche. Ese verde que para alguien sólo es color y frase vacía.

Palabra “manoseada”, prostituida, cotidiana y sin sentido, sin esperanza que empuja para verte grande. Cómo permitir que el blanco deje de ser la pureza, la unidad. Esa que nos hermana, que nos hace caminar y abrazar la causa de todos.

Cómo no adorarte si eres tan colorido, aunque tú rojo se transformó como en 1821 y pasó de unión a sólo ¡Sangre! Sangre que tiñe de dolor a cada uno. No rojo que se derrama con orgullo y cae por tu defensa. Sí, aún así, con esos tres colores que bisoños transformaron de la esperanza -verde- a la incertidumbre; de la unidad -blanco-, a la división, al encarnizado enfrentamiento, al ¡Odio entre mexicanos!

Del rojo orgullo, de sangre que derramaron héroes para tu defensa y protección, al rojo de la vergüenza, de la ineptitud, del que enluta, del que ensombrece familias, del que destroza ¡Mexicanos! Aún así, cómo no quererte y decir, ¡mi bello México! Si sólo, como muchos, eres víctima de malas entrañas que pudren tu alrededor. Cómo no sentirme orgullosa de tus tierras, si aunque las depredan, me das frutos y me brindas cada rincón. Cómo no valorarte, si aunque transito tus calles con miedo, en ellas he disfrutado lo mejor de mi vida.

Cómo no amarte, si aunque tu verde y blanco lo tiñen a diario de rojo, ambos ondean con vigor y fuerza para no mezclarse, para mantener la esperanza, la unidad y el orgullo de la sangre que derramaron para que hoy pueda gritar con libertad ¡Viva México! ¡Viva mi maravilloso país! Cómo callar, y no gritar, si siento orgullo de ti, de ser mexicana, de ellos, de esos mexicanos que luchan diario por hacerte grande, por evitar que tu, como ellos, los hagan víctima.

Los pudran quienes no merecen decir soy ¡Mexicano ni ondear tus colores! Claro que hoy como siempre, voy a ¡Gritar!, porque nadie puede ensombrecer que te siento; porque nadie puede contaminarme con su podredumbre, con su odio; porque nadie puede quitarme mi libertad.

Porque aquellos que te han destruido; que te aniquilan lentamente para que tu florido mosaico se tiña sólo de rojo y tu blanco, ensombrezca, y el verde, palidezca, son los bisoños que deben callar, que deben inclinar la cabeza para pedirte perdón por impulsar sin visión la ¡Esperanza! Por no empujar a la unidad; por dejar derramar sangre inocente.

Ellos, son los que deben flagelarse, porque no sienten ni ensanchan su corazón cuando con orgullo escribes o dices soy ¡Mexicano! Por eso, y a pesar de ellos, he de gritar ¡Viva México cabrones!

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