Por Latitud Megalópolis/Ricardo Burgos Orozco

Hace unos días escuche decir a un comentarista de radio sobre el reciente debate presidencial del pasado 7 de abril, que tristemente las promesas de las candidatas y el candidato presidenciales siguen siendo las mismas de siempre de hace 30 o 40 años y es la verdad. Quienes ya somos veteranos del periodismo hemos escuchado desde los años setentas sobre el combate a la corrupción, la inseguridad, el fortalecimiento a la salud, el empleo, la educación.

Ahora tanto los candidatos presidenciales como aspirantes a gobernadores, alcaldes, diputados y senadores han agregado el tema de la entrega de dinero en efectivo como parte de los programas sociales porque saben que a mucha gente le interesa recibir sin dar nada a cambio más que su voto, pero hay otras propuestas que son barbaridades que ni ellos mismos se la creen.
Todas las candidatas y candidatos prometen mayor seguridad y mucho menos violencia en el país con el ordenamiento y coordinación de los cuerpos policíacos, las fiscalías y el Poder Judicial. La realidad es que se ha incrementado la criminalidad incluso en zonas que antes eran tradicionalmente pacíficas y se sospecha que mucho ha sido por la asociación de los grupos de delincuencia con los políticos en el poder.
El actual presidente de la república prometió terminar en poco tiempo con las masacres, secuestros y asesinatos y al contrario, con su “estrategia” abrazos no balazos, los criminales le han perdido el respeto a las fuerzas armadas y a la autoridad en general. Ahora hay zonas del país en donde sólo manda la delincuencia: Chiapas, Zacatecas, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz, Guerrero, Oaxaca.
La corrupción siempre es tema de campañas desde hace muchos años; recordamos una de las siete promesas en la campaña política del expresidente Miguel de la Madrid Hurtado en 1981: renovación moral de la sociedad, pero desde antes de esos años, en lugar de terminar con ese mal, cada vez sabemos de más casos de fraudes, peculados, desvíos de recursos y “moches” de funcionarios públicos y privados, que no son castigados y siguen su vida como si nada. El ejemplo claro es Ignacio Ovalle en este sexenio y muchos otros en administraciones anteriores.
Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, Claudia Sheinbaum Pardo y Jorge Álvarez Máynez, los candidatos presidenciales, han prometido mejorar los servicios de salud de los mexicanos como nunca antes se ha hecho; la atención médica y de medicamentos está por la calle de la amargura, aunque el actual gobierno y la morenista nieguen la realidad.
En el caso de los candidatos al gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, de Morena, PT y Verde Ecologista, y Santiago Taboada, del PRI, PAN y PRD, sus promesas están más que disparatadas. Ella propone apoyos económicos a las personas entre 57 y 60 años y ambos proyectan ampliar los servicios de transporte, especialmente el Metro hasta Xochimilco. Nomás que digan con qué dinero. Me conformo con que le den mantenimiento adecuado y no se caiga. Me hizo reír mucho Salomón Chertorivski, candidato de MC a jefe de gobierno de la Ciudad de México, quien quiere regresar al equipo de futbol Necaxa a la capital en caso de ganar, como una de sus propuestas más serias.
Por tantas promesas no cumplidas durante muchos años, un gran porcentaje de gente prefiere abstenerse de votar, pero nuestro deber como ciudadanos es ejercer nuestro derecho en las urnas. No hay otra manera de que se escuche nuestra voz, aunque las candidatas y candidatos hagan miles de promesas falsas.

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