Por Luis Felipe Garcia Chávez

La Ola Naranja: ¿Sorpresa o consolidación en Veracruz y Durango?

“La política no se declara, se hace” Dante Delgado

Los resultados electorales de Movimiento Ciudadano en Veracruz y Durango sorprendieron a más de un analista. Para quienes observan la política desde una lógica tradicional de polarización entre los grandes bloques, su crecimiento parecía improbable. Sin embargo, para los dirigentes y operadores del partido, como Jorge Álvarez Máynez y Juan Zepeda, los avances del pasado 2 de junio representan la validación de una estrategia cuidadosamente trazada: construir desde lo local, apostando por liderazgos ciudadanos y por una narrativa alejada del clientelismo asistencialista.

En Veracruz, de acuerdo con los datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), el partido naranja se perfila como ganador en 41 municipios. Esto representa un salto significativo respecto a 2021, cuando obtuvo el triunfo en solo 18 demarcaciones. En términos de votación, pasó de 281 mil 469 sufragios hace tres años a 572 mil 995 en esta elección, duplicando prácticamente su respaldo popular.

Un caso emblemático es el de Poza Rica, donde el candidato Emilio Olvera Andrade, superó por más de dos mil votos a la representante de Morena, Adanely Rodríguez Rodríguez. La victoria en esta plaza estratégica apunta no solo a un cambio en las preferencias locales, sino también a un desgaste en los márgenes de dominio del partido en el poder.

Este crecimiento no fue del todo inesperado para algunos especialistas. El doctor en Derecho Jacobo Domínguez Gudini, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, anticipó que Movimiento Ciudadano, sería posiblemente la única fuerza opositora con avances significativos.

Su diagnóstico apuntaba a una estrategia de largo plazo: construir presencia territorial, capitalizar espacios institucionales como las regidurías y posicionarse como la segunda fuerza política en entidades clave.

A diferencia de otras organizaciones que privilegian la visibilidad mediática o los acuerdos cupulares, Movimiento Ciudadano parece seguir un camino de acumulación progresiva de poder, con énfasis en el trabajo de base. En este sentido, su crecimiento no debe leerse únicamente como un fenómeno coyuntural, sino como parte de un reposicionamiento estructural en el sistema de partidos.

El avance en Veracruz y Durango es una señal de que el electorado demanda alternativas que no dependan del asistencialismo ni del discurso polarizante. En un entorno donde las mayorías parecen fragmentarse y el desencanto con las opciones tradicionales crece, este partido se perfila como una fuerza capaz de ofrecer una narrativa distinta: modernizadora, con rostro ciudadano, y con resultados concretos en sus gobiernos locales.

Mirando hacia 2027, este crecimiento no será la excepción, sino el inicio de una transformación más profunda. Movimiento Ciudadano va no busca solo consolidarse como una tercera vía: su objetivo es ocupar con legitimidad el espacio de una segunda fuerza nacional, con proyección real en municipios y estados. Si la tendencia continúa, lo que hoy se percibe como una “sorpresa” se convertirá en un nuevo patrón político en el mapa electoral mexicano. Al tiempo.

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