Por Zuleyka Franco

El abrazo es un excelente medio de comunicación que no necesita ser hablado ni expresado a través de las palabras. Pero, más allá de todas estas definiciones teóricas ¿alguna vez hemos pensado todo lo que conlleva un abrazo? Es decir, ¿cómo sentimos los abrazos y qué repercusiones tienen sobre nosotros?

Abrazar, una caricia del alma

Si hacemos memoria y echamos manos de nuestros recuerdos, seguro que encontraremos numerosas situaciones que dibujan una sonrisa al rememorarlas en las que un abrazo fue suficiente como consuelo, acto de cariño o respuesta a algo que necesitábamos; incluso también como un regalo de nuestros seres queridos. Los abrazos son momentos repletos de felicidad capaces de emocionar hasta al corazón más duro porque tienen el poder de traspasar corazas. Aunque suelen ser una muestra de afecto, los abrazos también pueden darse como consuelo o condolencia ante una situación difícil.

¡Cuánto silencio acompaña a un abrazo! y ¡cuánto se dice a través del mismo!

Tenemos la mala costumbre de ignorar la importancia de los pequeños detalles y el valor que conlleva dedicar tiempo a nuestros seres queridos… Abrazar es una maravillosa formar de dar amor a los que nos rodean, es acariciar el alma de quien tenemos cerca. Todos funcionaríamos mejor si abrazáramos o nos dejáramos abrazar más a menudo, porque aunque abrazar es un acto cotidiano del cual desconocemos la plenitud que nos proporciona, resulta imposible enumerar todos los beneficios que reporta un abrazo, ya que habría que detenerse en cada situación específica, observando el contexto, el motivo, las personas implicadas y la historia de cada una, pero podemos mencionar algunos de los beneficios generales que aportan los abrazos sanos y positivos.
El contacto físico expresado a través de los abrazos es necesario para nuestro bienestar tanto individual como social.

¿Cuáles son los beneficios de un abrazo?

  • Disminución del estrés.
  • Sensación de seguridad y protección.
  • Ayuda a nuestra autoestima.
  • Transmisión de energía y fortaleza.
  • Mejora de las relaciones interpersonales.
  • Promueve la sensación de tranquilidad.

¡Abrazos Gratis!

Los psicólogos afirman que el abrazo es, por lo general, asexual, y destacan que el contacto físico es necesario para el bienestar emocional. Un abrazo ayuda a calmar los nervios, aliviar las tensiones y fortalecer la autoestima. Sin embargo, algo de apariencia tan inocente como un abrazo puede suscitar un gran número de reacciones diversas, según el receptor.

Este gesto de afecto y de confianza, de compañerismo y de protección, es un tesoro que muchas personas no reciben en su infancia por parte de sus padres o tutores, y las consecuencias de dicha carencia pueden afectar considerablemente su vida emocional. Por ejemplo, un niño que nunca haya sido abrazado por su padre puede desarrollar una profunda necesidad de contacto físico por parte de su entorno, y sufrir si no lo consigue o si éste no se da con mucha frecuencia.

Quienes hemos tenido la fortuna de ser padres, sabemos que el amor que sentimos por nuestros hijos es tan grande que no se puede explicar en unas cuantas palabras. Pero en ocasiones, a pesar de ese inmenso amor que les prodigamos, surgen conflictos que nos impiden una adecuada vinculación con ellos y esto a su vez hace que surjan tropiezos en el desarrollo emocional del niño. Estos conflictos se pueden dar por inexperiencia o por ausencias prolongadas de los padres y poco a poco van creando un distanciamiento afectivo en la relación padre-hijo o madre-hijo.

La Terapia de Contención

Es un tipo de terapia que, bajo la dirección de un terapeuta experimentado, pueden aplicar los padres con sus hijos para sanar relaciones en conflicto. Es una nueva aproximación terapéutica para el manejo de trastornos tales como el autismo, problemas de límites, agresión, ansiedad, enuresis, niños tiranos, problemas con niños adoptados, miedos, etc.

¿Cuál es el objetivo de esta terapia?

La terapia de contención tiene como objetivo sanar relaciones en conflicto entre padres e hijos. Dicha terapia se basa en la premisa de que hay casos en que se presentan déficits crónicos en la vinculación madre-hijo y por tanto trastornos en la confianza básica del niño.

Esto en ocasiones genera un caos afectivo que echa a andar una relación de ambivalencia (amor-odio).

Los afectos destructivos de coraje, tristeza, miedo, etc. no se controlan sino que estallan abruptamente.

Frecuentemente la respuesta del adulto a esta conducta es aislar al niño, mostrar indiferencia o pegarle, reforzando aún más sus conductas destructivas. Esta situación aumenta y se desarrolla en espiral.

La terapia es una vía segura de comunicación profunda que permite a los padres y a la pareja confiar en su rol aumentando en ellos y en sus hijos la autoestima y potencializando su desarrollo.

¿A quién va dirigida la terapia de contención?

Está dirigida a la diada madre-hijo o padre-hijo. Consiste en establecer un intenso contacto físico (abrazo) de la madre o el padre con el niño, bajo las instrucciones del terapeuta.

En el proceso en el que el adulto sujeta a su hijo se lleva a cabo una apertura de sentimientos lo bastante fuerte como para romper los conflictos de relación en los que ambos se encuentran. Dicha terapia rompe las conductas ambivalentes de amor y odio entre ambos, proporciona a los padres un control más efectivo de sus emociones y permite al niño entrar en un proceso de liga afectiva.

Los síntomas del niño tienden a desaparecer prácticamente a partir de la primera sesión.

La Terapia de Contención se aplica también para adultos:

Y en palabras de -Paulo Coelho-
“Se dice que cada vez que abrazamos a alguien con gusto, ganamos un día de vida.”

Así que abracemos…abracemos a nuestros padres, abracemos a nuestros hijos, abracemos a nuestros amigos, abracemos la vida, abracemos… ¡que un abrazo nunca cuesta tanto, pero vale mucho!

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