Por Alejandro Espinosa

El trabajo publicado por el Ipas México, llamado Violencia Sexual y Embarazo Infantil en México: un problema de salud y Derechos Humanos, refleja que en el 2017, la última actualización, el 41% de los embarazos en menores de edad tenían como responsables a hombres adultos.  Solo el 2% son provocados por menores de 15 años; 21% por jóvenes entre 15 y 17 años de edad y el 36% restante permanece sin datos.

Según explica la Mtra. Rocío Álvarez Miranda, coordinadora institucional de Equidad de Género de la UAEM, probablemente no haya datos porque las menores de edad no quieren declarar quién es el padre debido a que, como la mayoría de este tipo de embarazos, no es por irresponsabilidad, como también los marca el Ipas, sino es producto de una violación.

Rocío Álvarez nos explica que en el fenómeno de la violencia sexual a menores, es muy común que el agresor haga sentir culpable a la víctima. A esto, se suma el hecho de que hay ciertos tabúes respecto a este tipo de violencia, que va desde la vergüenza familiar o que los padres se sientan culpables por solapar la situación debido al abandono del menor. También es muy común que el agresor, en muchos casos, sea una persona cercana a la familia o algún familiar, y no se asume la situación por miedo de generar algún conflicto.

Según la experta de la Universidad, hay sitios comunes en los que la violencia sexual y el embarazo en menores de edad se desarrollan. El hacinamiento, dice, es una de esos sitios, en lugares reducidos con familias números; la violencia a menores es también producto de patologías, que termina siendo lo más común. Pero esta violencia se genera, no de manera descomunal, pero si en gran proporción, en espacios vulnerables y de pobreza, aunque no es típicamente en este entorno, sino que también puede desarrollarse en las clases medias y altas, propiciado por la patologías.

Los problemas de salud que puede desencadenar un embarazo infantil son preocupantes. Según relata Rocío Álvarez, una investigadora de la UAEM en Temascaltepec lleva a cabo una investigación sobre este punto. La Dra. Berenice López, registra en su trabajo que las menores de edad después de un embarazo son propensas a padecer presión arterial, diabetes tipo C, deformación en los huesos (derivado de la labor de parto), daños en la matriz y alteración hormonal. Además de que las hace más propensas a contraer cáncer de mama. Todo ello sin mencionar la posible transmisión de una enfermedad sexual por falta de cuidado del agresor.

También toma en cuenta los problemas psicológicos que la agresión puede desencadenar. El principal es la depresión, que puede agravarse a fin de conducir al suicidio. Lo más común es el estrés postraumático, que hace que la víctima reviva el episodio constantemente causando ansiedad y baja autoestima. Un síntoma también es el aislamiento, esto como respuesta a negarse al tacto de otra persona. Este último es aprovechado por el agresor, cuenta la especialista, ya que le da certeza de que lo que hace se mantendrá en secreto y él podrá seguir violentando a la menor de edad.

Desde su departamento, la Mtra. Rocío dice que hay zonas que ya están identificadas donde el emparejamiento de niñas menores de edad con hombres adultos es común. La zona sur del Estado de México es uno de esos puntos, sumados a los municipios del norte, principalmente San Felipe del Progreso, Ixtlahuaca y Atlacomulco. Aquí el fenómeno se da por determinaciones culturales, en las cuales la menor de edad es entregada por su familia para un casamiento y la niña debe asumir su rol de esposa con responsabilidades sexuales.

Las acciones que debe emprender el gobierno, en este sentido, deben ser por la sensibilización respecto al tema. En esos sitios se asume que las relaciones sexuales con menores de edad están bien, porque son aceptadas socialmente y son “deseables”; “que culturalmente es corrector hacerlo”, sentencia Rocío Álvarez. También criticó el hecho de que el gobierno federal haya determinado que la violencia a menores de edad no es un delito grave, lo que significa un retroceso. Dijo que habría que tener una pena más alta este tipo de delitos.

Finalizó diciendo que debería haber un combate a la trata de menores para poder disminuir sustancialmente este fenómeno, a la vez que hay que educar a la sociedad para evitar la violencia a menores. A ellos, a los pequeños, hay que instruirlos, dijo, en el autocuidado, y atenderlos cuando hagan externas este tipo de acciones. Así como no hacer tan visible o mediática la hipersexualización de la infancia, como medida precautoria.

Comentarios

Comentarios