Por Lorena Burboa Sánchez

Si al reírte o enojarte intensamente lloras, o al sentirte triste, te enojas, o sin ningún estímulo aparente te sorprendes con ansiedad, la solución la encontramos al acrecentar la tan comentada “inteligencia emocional”.

Pero, ¿qué es la inteligencia emocional? ¿en dónde se crea y cómo se aumenta? La “inteligencia emocional” no es más que la habilidad de reconocer, expresar, gestionar y utilizar de manera adecuada y eficaz las emociones que sentimos, logrando así una salud emocional, mental y física óptima.

Pero, ¿por dónde comenzamos?

Las recientes investigaciones realizadas arrojan resultados sorprendentes, aseguran que una inteligencia emocional comienza con un buen funcionamiento de nuestro sistema digestivo, específicamente, con una salud óptima del llamado el segundo cerebro: nuestro intestino.

Los científicos aseveran que un intestino maduro en el primer año de vida del ser humano, es determinante para cimentar una inteligencia emocional sana, ya que de lo contrario, si en esa etapa no se constituye maduro y sano, puede dar lugar a un intestino permeable, condición en la cual el sistema inmunológico está raquítico, debido a una microbiota escasa y débil, permitiendo que diversos agentes tóxicos como metales pesados, bacterias nocivas, así como diversos parásitos, atraviesen las paredes intestinales y entren en contacto al torrente sanguíneo, ocasionando diversos padecimientos, y trastornos, desde la ansiedad, depresión, TLP, hasta autismo, entre otros.

Esta condición de intestino permeable es ocasionada principalmente, por la falta de probióticos, lactobacilos y otras bacterias buenas para el organismo, los cuales se encuentran principalmente y de calidad inigualable en la leche materna.

Estos probióticos y lactobacilos ayudan a mantener el equilibrio bacteriano en el intestino del bebé, creando una microbiota sana, madurando y fortaleciendo las paredes intestinales, que a su vez, fortalecen al máximo el sistema inmunológico, para disfrutar de una buena salud física, mental y emocional.

Aquí la importancia de la leche materna, una razón más para fomentar la lactancia con leche materna.

Y bueno, en caso de ser imposible alimentar al bebé con leche materna, lo recomendado es incluir en su alimentación desde los 6 meses de edad, probióticos de excelente calidad que encontramos fácilmente en las farmacias, así como de fuentes naturales como el kéfir o leche de búlgaros, el agua de tibicos entre otros. Del mismo modo, es recomendable consumirlo a cualquier edad para mantener en buen estado nuestra microbiota o flora intestinal y descartar padecimientos físicos mentales y emocionales por esta causa.

Si bien, la “inteligencia emocional” es la habilidad de reconocer, expresar, gestionar y utilizar de manera adecuada y eficaz las emociones que sentimos, cuando hay condiciones como las ya mencionadas, es mucho más difícil lograr aumentarla; ya que en dicha condición están implicados diversos factores fisiológicos, químicos, involuntarios, difíciles de identificar, dominar y mucho menos gestionar.

Es por ello que para lograr acrecentar la inteligencia emocional, antes de aprender diversas estrategias, lo recomendable es asegurar una óptima salud de nuestro sistema digestivo.

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