Por Cristina Colmenares

Han pasado ocho meses desde que inició la pandemia por Covid-19 en el mundo. Muchos negocios se paralizaron, incluso las escuelas cerraron e improvisaron clases online.

A poco tiempo comenzar un nuevo ciclo escolar, no solo en México, sino también en otras partes del mundo, la gente se pregunta si es prudente reabrir las escuelas o si es mejor iniciarlas a distancia aún sabiendo que las condiciones económicas y el problema de desigualdad no permitirán la misma oportunidad a todos. Desafortunadamente no es una opción retomar clases presenciales, los contagios en nuestro país aumentan.

En nuestro país, desde inicio de la pandemia hasta el mes de julio, 109 menores de edad murieron a causa de COVID-19, de acuerdo con información del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) y al 5 de julio se reportaron 6 mil 212 casos en niñas, niños y adolescentes, de los cuales 2 mil 912 casos se dieron en adolescentes de 12 a 17 años; mil 741 en niños menores de 5 años; y mil 559 en niños de 6 a 11 años.

Si bien los niños conforman un grupo que en cifra se han visto poco afectados por el virus, no hay que bajar la guardia en su protección y cuidado, al contrario. La semana pasada la revista médica JAMA Pedriatrics publicó un estudio elaborado por doctores del hospital Ann & Robert H. Lurie Children’s Hospital de Chicago y de la escuela de Medicina de la Northwestern University en el que compararon la carga viral en la nariz y garganta de niños pequeños, con la de niños mayores y adultos.

El estudio se realizó con 145 personas, quienes dentro de la primera semana presentaron síntomas. Fueron divididas en 3 grupos: 46 eran niños menores de 5 años, 51 eran niños y adolescentes de 5 a 17 años y el último fue de 48 adultos de 18 a 65 años.

Los resultados revelaron que el tracto respiratorio de los niños menores de 5 años contiene de 10 a 100 veces más el SAR-CoV-2 en comparación con niños más grande y los adultos.

¿Pero qué significa esto?

Significa que los niños tienen mayor carga viral y pueden ser un potencial vehículo de propagación del virus, ellos tienen más probabilidades de contagiar a sus padres, abuelos o cualquier persona.

Los investigadores señalan que esto debe servir para observar y analizar los hábitos de comportamiento en niños pequeños, y así poder diseñar mejores medidas de protección tanto para ellos como para sus padres y personas que vivan con ellos.

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