20 de marzo Día Internacional de la Felicidad
Por Zuleyka Franco
Seguramente muchos de nosotros nos hemos preguntado no una, sino muchas veces, ¿qué es la Felicidad? En términos de concepto, la Felicidad sería la perfecta satisfacción, la plenitud del hombre que ha alcanzado el completo desarrollo de su ser verdadero, en plena conformidad consigo mismo y con el orden del cosmos. Aunque la verdadera felicidad es relativa y depende de lo que para unos es importante más que para otros.
La felicidad se puede componer para muchos de éxitos laborales, para otros de adquisición de propiedades, para los más una abundancia económica, pero para otros, la felicidad está compuesta de pequeños detalles, de risas, de estar rodeado de amor, de momentos… Esos momentos que se quedan en tu mente y en tu corazón a pesar del paso del tiempo, de recuerdos.
En ese sentido, la felicidad es cuestión de percepción, sin embargo, existen en la química del cerebro humano una serie de neurotransmisores vinculados con la sensación de bienestar y de plenitud, de alegría y euforia. Algunos los llaman las “hormonas de la felicidad” y se conocen como endorfinas; segregadas por la glándula pituitaria y el hipotálamo, tienen un efecto analgésico y de bienestar en el organismo, cuyo efecto es no demasiado duradero. Las endorfinas se producen ante estímulos determinados y bien específicos: el orgasmo, el enamoramiento, el consumo de chocolate o de picante, la excitación sexual o incluso el dolor.
Hablando en un sentido psicológico por ejemplo, la felicidad es la habilidad que posee una persona para resolver cuestiones relacionadas a la vida cotidiana; una especie de resiliencia si lo quisiéramos ver de alguna manera. Se sabe que varios psicólogos intentaron determinar el nivel de felicidad por medio de diferentes tests y la han definido como una cantidad de comodidad parcial (auto percibida) que actúa en las actitudes y en la conducta de las personas.
Hablando en un sentido religioso, se cree que la felicidad es un estado de paz que se logra con la comunicación y la unión con Dios. Por su parte, los budistas creen que la felicidad solamente es obtenida tras liberar el sufrimiento y vencer los deseos, esto, logrado gracias al entrenamiento mental.
Así que, la felicidad no es lo mismo para todos, la felicidad depende de lo que le funciona a cada uno de nosotros. Nadie nace siendo feliz, al contrario, en un contexto meramente biológico, los niños al nacer tienen que llorar porque esto le permite al recién nacido abrir las vías respiratorias y despejarlas al expulsar los vestigios de líquido amniótico y otras secreciones, además de empezar a respirar por sí mismo. Entonces, la felicidad no es un sentimiento o emoción con la que nacemos, se va construyendo a través de lo que nos hace sentir bien.
Un estudio realizado en Dinamarca por el Instituto de Investigación de la Felicidad de Copenhague, señala seis factores para la felicidad: 1-Unión o sentido de comunidad y una buena relación con la familia y amigos; 2- Libertad: la gente que trabaja por cuenta propia es más feliz que la que trabaja por cuenta ajena; 3- Confianza: en la honestidad de los demás; 4- Hacer el bien: ayudar a otros da sentido a la vida; 5-Dinero; 6- Salud. Debemos señalar que, Dinamarca es uno de los países de mejor desarrollo económico y social, donde la pobreza y la violencia son mínimas. Por esa razón, sus parámetros no sirven para el resto del mundo en vías de desarrollo o pobre. Con solo ver cómo vivimos en México, encerrados en nuestras casas con protecciones hasta en las ventanas, se comprende que no tenemos confianza ni en los vecinos, y eso repercute de alguna manera en nuestra salud mental.
Buda decía: “Feliz es aquel que ha superado tu yo y todos los deseos, que ha alcanzado la paz, que ha encontrado la verdad”. Aristótelesparte del presupuesto de que el hombre tiende a buscar la felicidad por sí mismo, y esta viene fundamentada por el pleno desarrollo y ejercicio de sus capacidades propias de cada uno en el contexto de la vida en sociedad. “La virtud se encuentra en el punto medio de dos extremos, cada uno de los cuales no es más que un vicio”. No olvidemos que existen personas que así como se vuelven adictas al enamoramiento por el estado de satisfacción que esta condición produce en su cerebro, también las hay adictas a la felicidad. En un sentido estricto, la felicidad como estado permanente no existe, pero si como momentos, los cuales, las personas buscan constantemente en su día a día. De ahí también podemos partir hacia otro tema que nos aqueja más frecuentemente en la actualidad; la depresión.
Así, la felicidad es una meta humana fundamental la cual, desde el 20 de marzo del año 2013, las Naciones Unidas lo han celebrado como el Día Internacional de la Felicidad y como reconocimiento del importante papel que desempeña la misma en la vida de las personas de todo el mundo. Sin embargo, la felicidad a día de hoy está seriamente amenazada. El camino hacia la misma requiere de valores fundamentales como la amabilidad y la compasión, especialmente en tiempos de crisis a causa de conflictos bélicos, pandemias como el coronavirus o hambrunas.
Citando al Dr. Juan Jaramillo Antillón Miembro honorario de la Academia Nacional de Medicina en Costa Rica, dice que “la generosidad se encuentra a medio camino entre el derroche y la avaricia; el valor, entre la cobardía y la temeridad; el respeto, entre la vanidad y el desprecio; la modestia, entre la timidez y el descaro. El objetivo es siempre alcanzar un equilibrio, que es el que en definitiva conduce a la felicidad”.
National Geographic dice, que los seres humanos no estamos preparados para ser felices; …“No estamos diseñados para ser felices, sino para sobrevivir y reproducirnos, como todas las demás criaturas del mundo. Una persona satisfecha no se mantendría en guardia ante las posibles amenazas para su supervivencia, así que los estados de satisfacción permanente no existen en la naturaleza”. Sin embargo, la enorme industria del pensamiento positivo, que se estima que genera 11.000 millones de dólares al año, ha ayudado a crear la fantasía de que la felicidad es una meta realista.
En este contexto, como dijo el poeta brasileño Vinicius de Moraes, “la felicidad es como una pluma volando en el aire. Vuela liviana, pero no por mucho tiempo”. Es algo inmaterial, para lo que la satisfacción de nuestras necesidades es un requisito necesario pero insuficiente.
En lo personal podría decir que la felicidad es todo aquél momento que a pesar del tiempo al recordarlo, te hace sonreír y suspirar a la vez.
Cuidemos y procuremos que nuestros momentos sean con personas que nos aporten, que nos retroalimenten el corazón y nos abracen el alma, que nos enseñen pero que también amen que los ilumines. Rodéate de lo más valioso de esta vida, para que esos momentos siempre, superen las adversidades. Sé Feliz.