Misma escena, mismo final “Soy un alma que gobierna un cuerpo, No un cuerpo que arrastra a tirones a un alma”
Alfonsina Storni

Por Zuleyka Franco

Repeticiones.  Espejos múltiples que muestran lo mismo deformado por el tiempo, pero con la misma estructura de base. ¿Cómo escapar a lo que las raíces determinan? ¿Se puede ser palmera si la raíz es de álamo?  Como un desafío simbólico a la ciencia botánica, y aseguro que sí.  Cuando en una familia las mujeres son todas unas cualquiera”, “los varones que lloran no son machos”, la construcción del derecho a la propia sexualidad, se ve plagada de obstáculos y el riesgo de repetir la catástrofe sexual de los padres es una certeza.

La sexualidad es problemática, porque así se transmitió generacionalmente, porque no hubo palabras mediando el aprendizaje y más aún, porque si en la infancia somos lo que vemos y aprendemos copiando a nuestros mayores, poco o nada pudimos extraer de una pareja donde lo amoroso sexual estaba trastocado, desdibujado, violentado o impensado.   Para muchas mujeres, aun perteneciendo a la era de la píldora o de otros métodos anticoncepción, el reconocimiento de su feminidad, sigue siendo una incomodidad.

Ser castas, llegar vírgenes al matrimonio, para ser madres puras, criar buenos hijos, sostener a la propia madre en su vejez y poco más.  Luego algunas cosas cambiaron; feminismo mediante (bastante poco si miramos la actual violencia de género que corre como una epidemia en las ciudades más civilizadas), y además sumamos la tarea extra-hogar, tenemos la obligación de traer dinero a la casa, hacer estudios universitarios y lograr éxito profesional.  En la actualidad, las madres tal vez sepan hablar con sus hijas de manera diferente y puedan crear una generación más libre y plena y entusiasta, sin sentir vergüenzas, ni culpas sobre su propio cuerpo.

La sexualidad femenina, se transmite de abuela a madre, de madre a hija.  Y puede que no haga falta la palabra expresa: si hay vida plena y disfrute, ese mismo sentir se transmite.  Como también hay pasaje de lo contrario: desgano, desidia, sinsentido, frigidez.  No hay otro carril.  Si la sexualidad no está grabada en lo corporal, es porque no se transmitió adecuadamente.  Y cada mujer deberá recorrer el trabajo de re-nacimiento y de re-inscripción.

Insistimos, al nacer importamos el inconsciente familiar, esto es la suma que aportan madre y padre, sus respectivos padres y abuelos: miedos, secretos, sucesos reprimidos, modulaciones para hablar y estructuras de pensamiento, creencias y tabúes.  Y en ese paquete viene también, el modo de concebir una pareja.

Así como heredamos terror al frío, miedo a hablar en público, vértigo al dar un paseo en barco, los síntomas de un trauma que regresa inmotivadamente, son tan diferentes como a cada persona y dan cuenta de esas zonas lastimadas que generan sufrimiento, sensación de perder pie, ahogo o densidad en el aire que produce asfixia, vacío en el estómago; también heredamos la noción de amor, la realización de una pareja.

¿Qué nos mueve a elegir a una determinada persona para nuestra vida afectiva? ¿Cómo nos enamoramos y des-enamoramos? ¿Qué registro de la relación de mis padres y con ellos de mis abuelos (pudor, indiferencia, abandono, violencia, pasión) vino en el paquete transmitido? ¡Qué intuimos que nos llega de los ancestros en esa “libertad” de encontrar a la media naranja?   La elección de la pareja, no es azarosa desde esta perspectiva transgeneracional.  Sin ánimo de robarle romanticismo y glamour al encuentro de dos pasiones, la verdad es que elegir a “un-otro y su familia” que de alguna forma en nuestra fantasía e inconsciente viene a restablecer lo perdido en la propia, a ampliar lo personal o a resguardar de algún daño.  Esa elección completa o borra lo sufrido.  Nos enamoramos para saldar alguna cuenta pendiente con nuestro propio linaje.

Con esta información, podemos pensar que Edipo (rey mítico de Tebas) podía huir de su destino, evitar ser el asesino de su padre y desposar a Yocasta?, su madre; ¿Por qué W. Churchill repitió la historia de su linaje? (político y estadista británico, conocido por su liderazgo del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Es el único primer ministro británico galardonado con el Premio Nobel de Literatura, y fue nombrado ciudadano honorario de los Estados Unidos de América); ¿Era necesario que Napoleón Bonaparte, (Cónsul vitalicio desde el 2 de agosto de 1802 hasta su proclamación como emperador de los franceses -Empereur des Français- el 18 de mayo de 1804, siendo coronado el 2 de diciembre; proclamado Rey de Italia el 18 de marzo de 1805 y coronado el 26 de mayo, ostentó ambos títulos hasta el 11 de abril de 1814 y, nuevamente, desde el 20 de marzo hasta el 22 de junio de 1815),  por ser leal a su padre, se enfermara de cáncer de estómago? ¿Sabía el entonces Príncipe Guillermo de Holanda (actual monarca neerlandés desde el 30 de abril de 2013, cuando su madre, la reina Beatriz, abdicó la Corona y retomó el título de princesa de los Países Bajos), que al elegir a Máxima repetía la historia de sus ancestros ligando amor con violencia de Estado?; ¿Pudo ser otra la evolución de la hidradenitis (supurativa HS, es una enfermedad crónica que se caracteriza por la aparición recurrente de nódulos, abscesos, fístulas y/o cicatrices en las áreas anatómicas donde existen glándulas sudoríparas apócrinas, esto es, las axilas, las zonas submamarias e intermamarias, las ingles y genitales externos) sufrida por Karl Marx (filósofo, economista, periodista, intelectual y militante comunista prusiano de origen judío) si su “falta de liquidez” económica permanente hubiera encontrado solución?.

¿Qué decir del nobel de literatura peruano-español Mario Vagas Llosa? Primero casado con una tía y luego con una prima: la endogamia (matrimonio entre personas de la misma casta, raza, comunidad o condición social) en todo su esplendor. ¿Quién diría que “elegimos” libremente a la pareja sin considerar que esa elección viene determinada en gran parte por nuestro linaje?  Cómo no recordar las tragedias del “clan Kennedy”, una familia signada por el horror, la violencia y los accidentes.  Hay hijos que optan por “calcar” la letra familiar, lo viven como una prisión de lealtad absurda, pero de la que no se es consciente y no pueden escapar. Una y otra vez repiten la foto.   Y que gran castigo heredar el apellido Hitler (tanto que no quedan descendientes que lo lleven, se lo han cambiado para escapar al escarnio social).  Adolf padre, ya tenía mujer y dos hijos ilegítimos, cuando hace de su sobrina, una jovencita aún, primero su amante y después su esposa, pierden los primeros 3 hijos hasta que nace Adolf el 20 de abril de 1889.  Klara y Alois serán los padres del futuro Führer; y el árbol envenenado, defectuoso de esta familia termina de complicarse si observamos este vínculo: madre e hijo tienen un mismo abuelo, la genealogía incestuosa queda a la vista y seguirá su espiral cuando Adolf -el führer tenga de amante (mientras seduce a Eva Braun) a la hija de su media hermana Ángela, “Geli”.  La jovencita se suicida en 1930, cuando se siente desplazada del amor del tío por la nueva amiga, Eva.

Innegable que infancia es destino, pero que muchas veces el destino viene inscrito desde antes de nacer. La actitud psíquica con la que nuestros padres nos concibieron, constituye la matriz de nuestra estructura psíquica: somos el resultado del conjunto de las actividades mentales conscientes e inconscientes, pronunciadas y no pronunciadas de las células que se encontraron para formar un embrión.  Los hijos nacidos en el momento en que la pareja de sus padres atraviesan una zona todavía en reparación de sus propios traumas, cargarán con parte de esas magulladuras.

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