- Mayo 2, Día Internacional contra el bullying
Ciudad de México.- Con un gran poder viene una gran responsabilidad”, ésa fue la máxima que Spider-Man escuchó de su tío Ben, y se parece mucho a la lección que el Tacubo recibió de Tom Mix Junior, su maestro de lucha libre, quien siempre le repetía que, justo por saber pelear, estaba obligado a decirle no a la violencia. Hacer tal comparación no es gratuito, pues el Tacubo pertenece a la subcultura de los superhéroes de la vida real, un movimiento global integrado por individuos que se crean un personaje y usan un disfraz, máscara o capa para realizar acciones en favor de la comunidad.
“Crecí en un barrio rudo del entonces DF, al oriente de Iztapalapa, donde las agresiones eran algo cotidiano, quizá por ello las veía como algo normal hasta que me di cuenta que no es así, que no debemos habituarnos a ellas”, comparte el luchador sin dar más detalles para no revelar su identidad secreta, el único dato personal que confiesa es que estudió en la UNAM.
El Tacubo es un comunicólogo peculiar, no sólo porque para trabajar porta una máscara con cresta de gallo y boca japonesa (corte que deja al descubierto boca y mentón, estilo Batman), sino porque ha encontrado la forma de unir los conocimientos adquiridos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) con las habilidades que desarrolló en las arenas. “Combinar ambas facetas me permitió diseñar una campaña antibullying que lleva ya 11 años en marcha, con muy buenos resultados, y en la que me han apoyado desde pedagogos y psicólogos hasta artistas urbanos”.
En todo ese tiempo, el universitario ha recorrido más de 130 primarias y secundarias de Ciudad de México y área metropolitana (aunque también ha visitado otros estados) para hablar con los menores de los peligros del acoso escolar, pero no con sermones como haría una autoridad educativa o un funcionario de gobierno, sino con un discurso franco, directo y no desprovisto de chanzas, como el que emplearía un amigo del vecindario.
La amenaza a la que se enfrenta el Tacubo no es menor: en nuestros colegios hay 19 millones de víctimas de bullying, lo que pone a México en el primer lugar de los países de la OCDE en lo que a estas agresiones se refiere. “Las secuelas que deja esto son serias y pueden conducir incluso al suicidio, por lo que atender el problema a nivel de cancha resulta crucial”.
Las batallas
Todo superhéroe (incluso uno de la vida real) tiene una historia de origen y el Tacubo no es la excepción. Para él todo empezó en la década de los 90, cuando cursaba el segundo de secundaria y el bravucón de la escuela comenzó a hacerlebullying sin darle respiro.
“Me robaba mi dinero, me amenazaba y se burlaba de mi corta estatura y delgadez. Para ponerle fin a esa situación me inscribí en un gimnasio de Iztapalapa. Quería aprender a defenderme y darle una lección a mi abusador; pero el que la recibió fui yo, pues Tom Mix Junior –quien era el maestro ahí, al verme y sin que yo le contara nada– de inmediato me advirtió: ‘la lucha libre no es para pelearse en la escuela, sino para dar lo mejor de ti’.”
A decir del enmascarado, dos cosas le ayudaron a sobrellevar aquellos tiempos tan difíciles: el deporte y el álbum Re, de Café Tacvba, que acaba de salir y el cual escuchaba obsesivamente en sus entrenamientos, a tal grado que –dice– la cinta café del casete casi queda transparente, cual celofán, de darle play tantas veces. “Las 20 canciones contenidas en ese disco fueron una tabla de salvación para mi yo adolescente”.
En toda historia de origen que se precie no hay elementos sobrantes, todo encaja cual piezas de rompecabezas, y aquí es así, pues si no se hubieran dado al mismo tiempo el bullying, la lucha libre y la música de Café Tacvba no tendríamos a un Tacubo. “Ahora estoy aquí, recorriendo escuelas y compartiéndoles a los niños un mensaje que me hubiera gustado recibir a mí de pequeño: que es posible marcarle un alto a la violencia, y que pese a que nos sintamos en un callejón sin salida, las cosas pueden mejorar”.
Si en los 90 alguien le hubiera dicho al pequeño Tacubo que de grande sería un luchador como los que veía en la tele los domingos, y que además tendría la amistad de su banda favorita, no se lo hubiera creído; pero es así, pues hoy no sólo pelea en distintas arenas –siempre en el bando técnico–, sino que a partir de su personaje desarrolló una relación cercana y fraterna con los tacubos originales: Quique, Joselo, Meme y Rubén Albarrán.
En sus 11 años de recorrer escuelas la labor del universitario no ha pasado inadvertida: en 2013 obtuvo la medalla Gustavo Baz Prada de la UNAM por su campaña antibullying, y en 2020 fue incluido en el libro The rise of real life superhéroes and the fall of everything else, del escritor canadiense Peter Nowak, donde se analiza el fenómeno de los superhéroes de la vida real.
Cuando el escritor Peter Nowak le preguntó al Tacubo si, como superhéroe de la vida real, tenía un don fuera de lo normal, él respondió: “Mi superpoder es el de conectar directamente con los estudiantes”, y eso no lo obtuvo con la picadura de una araña radioactiva, sino de lo que aprendió en la Universidad, pues como dice él mismo de su trabajo, “cuando estoy frente a un grupo de jóvenes, lo que hago se reduce a una palabra: comunicar”.