Por Latitud Megalópolis

En mis recorridos por las estaciones del Metro durante varios años me he encontrado con todo tipo de personas y situaciones. He visto discusiones, enojos, molestias, apretujones, nervios, personal amable y prepotente, fallas, eficiencia, preocupaciones, gente extraña, violencia, necedad.

Recuerdo alguna vez que pasé por un pasillo de la estación Juárez, de la Línea 3, donde tenían detenido a un hombre de traje y corbata, una señora reclamó a los policías el supuesto abuso y ellos le explicaron que el tipo le había faltado al respeto a una jovencita en uno de los vagones del tren; la chica estaba siendo atendida por un médico mientras al sujeto lo llevaban al juez cívico respectivo. La dama se alejó no sin antes darle un golpe con su paraguas al inculpado ante la sorpresa de los vigilantes.

Pasa muy seguido que los señores de la tercera edad se quieren colar a los vagones exclusivos de mujeres. Un día vi a una señora con su marido, ambos adultos mayores, que querrán colarse a la zona exclusiva; una mujer policía les hizo la indicación que el hombre no podía pasar y tuvo que soportar los insultos de la dama porque no quería entender que el espacio está reservado. Por fortuna, minutos después la pareja se retiró a otros vagones sin dejar de manotear por lo que consideraban injusto.

Presencié un pleito hace unos meses entre dos policías y un par de usuarios frente a las taquillas de la estación Coyoacán. Se enfrascaron en manazos y empujones como si fueran boxeadores hasta que, sin definir ganadores, pararon el pleito. Los civiles se alejaron y los guardias volvieron a sus posiciones en los pasillos. Cuando les pregunté la razón del enfrentamiento me dijeron que los pasajeros se molestaron porque no les dieron bien el cambio por la compra de boletos.

Vi un video reciente en el que un hombre y una mujer se están golpeando en un andén y siguieron las diferencias hasta un vagón. No especifican si ambos son pareja y se disgustaron o simplemente algo hizo que llegaran a las manos. La hija de la señora, de unos 10 años, presenció el pleito e incluso trataba de defender a su mamá. Un par de usuarios los separaron después de varios minutos.

En estos días también sucedió la pelea entre dos mujeres en una de las estaciones de la Línea 1. Parece increíble, pero la riña se originó porque una de ellas le ganó el asiento a la otra en el tren. Fue tan brutal la agresión entre ambas que una de ellas quedó ensangrentada al recibir un impacto con una botella de vidrio.

Otra situación que se da con frecuencia, desgraciadamente, son los suicidios. Todavía nadie se explica las razones de la gente para buscar quitarse la vida en las estaciones del Metro, pero sucede muy seguido, más de lo que desearíamos. El personal del Sistema de Transporte Colectivo ha impedido 487 suicidios desde 2016 a la fecha. La empresa tiene un programa llamado Salvemos vidas a través del cual detectan y atienden a los usuarios que presentan señales de crisis emocionales. Desafortunadamente, otras personas sí han logrado su objetivo.

El Metro es un mundo en el cual circulan un promedio de seis millones de seres humanos todos los días. Ahí, tal vez más que en otro lado, se reflejan frustraciones, presiones, tensiones, depresiones, alegrías y desahogos. Por eso, antes de cualquier diferencia con alguien en esos espacios, pensemos dos veces y contemos hasta diez.

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