Ciudad de México.- Cambios repentinos de ánimo y conducta que van de alegría extrema a depresión profunda en cuestión de días o semanas, son los principales síntomas del trastorno bipolar, padecimiento mental que afecta a aproximadamente tres por ciento de la población mexicana, con mayor frecuencia a adolescentes y adultos jóvenes, afirma el jefe del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, Benjamín Guerrero López.

Es una alteración que tiene la persona en sus emociones, cogniciones, forma de pensamiento y razonamiento, así como en sus conductas, que pasa de un estado de afectividad normal a otro de elevación del estado de ánimo. La persona transita de estar alegre, optimista o irritable (etapa maniaca) a presentar episodios de tristeza, depresión, desgano y abatimiento (etapa depresiva), explica.

A propósito del Día Mundial del Trastorno Bipolar, que se conmemora el 30 de marzo, el psiquiatra comenta que cuando ocurren el mismo día son episodios mixtos, los cuales caracterizan a la persona con alegría y buen ánimo, pero también con falta de energía y sueño.

En las fases maniacas y depresivas hay riesgo de pensamientos suicidas. En el primer caso es difícil percibirlo porque se manifiesta en medio de euforia; sin embargo, también puede ser como irritabilidad. En el segundo es más frecuente cuando hay depresión o tristeza profunda.

López Guerrero recuerda que en la antigüedad fue identificado como enfermedad maniaco-depresiva, pero con el surgimiento del Manual Diagnóstico Estadístico de los trastornos mentales se le cambió el nombre a trastorno bipolar, con el que se conoce desde mediados del siglo XX.

“Una de las causas que llevó a hacer esta modificación es tratar de quitar los términos de enfermedad debido al estigma que generaba decir enfermo mental. El estigma es una situación importante, una barrera para que la gente se atienda; por ello se optó por la palabra trastorno”, aclara.

Se trata de un padecimiento multicausal en el cual influyen factores genéticos (por ejemplo que un familiar lo presente) y ambientales como estrés y estilos de crianza negligentes, con maltrato, desamor o abandono, detalla el experto.

Requiere un tratamiento combinado con medicamentos que disminuyen la sintomatología. “Si está en etapa depresiva se le dan estabilizadores del estado de ánimo y, a veces, antidepresivos. En etapa maniaca también se aplican estabilizadores del estado de ánimo y a veces medicamentos antipsicóticos, porque a veces la manía cursa con estados fuera de la realidad”, apunta.

El tratamiento se complementa con psicoterapia, el ajuste personalizado de los medicamentos, actividad física, ambiente saludable en casa, buena alimentación, no uso de drogas, tabaco ni alcohol.

El paciente debe ser responsable para llevar el tratamiento, y eso es un reto, reconoce Guerrero López, pues en numerosos casos no nos damos cuenta que tenemos el trastorno o tampoco percibimos su magnitud. “Eso lleva a que el paciente no se apegue al tratamiento de forma adecuada, lo abandone o se niegue a recibirlo porque siente que no lo necesita”, externa.

Guerrero López alerta que puede presentarse también en niños y en adultos mayores, aunque es más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes.

Respecto a la conmemoración, el especialista estima que es importante porque ayuda a visibilizar el problema de salud mental. “Con este padecimiento viven muchas personas y necesitamos aprender a conocerlo para no estigmatizarlas, no discriminarlas y saber cómo apoyarlas”.

Para identificarlo hay que observar si hemos tenido episodios depresivos frecuentes; ánimo excesivo que provoca dormir menos o familiares con el trastorno. Guerrero López sugiere que es necesario quitarse el estigma para acudir con un psiquiatra y recibir ayuda.

Según el especialista, el primer reto es lograr diagnósticos tempranos, es decir, que puedan detectarlo los médicos generales de primer nivel; también puede hacerlo personal capacitado como un internista.

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