Ciudad de México.- Ha sido un camino largo y fructífero. Pumas cumple 70 años de existencia en el futbol profesional. Los jugadores que saltaron a la cancha en el Estadio Tecnológico de Monterrey aquel 12 de septiembre de 1954 no se imaginaban que estaban comenzando a forjar la historia de un equipo legendario, cuya relevancia se fue incrementando con el paso del tiempo.
Por eso es importante recordar cómo se formó el carácter de esta institución, que, a pesar de las críticas que se puedan externar, ha sido un pilar en el desarrollo del balompié nacional y sin el que no se podrían explicar, en muchas ocasiones, sus avances y alegrías a lo largo de estos años.
Ha sido un club del que han surgido algunos de los más grandes futbolistas de este país; y que supo ganarse un reconocimiento, que puede ser muy difícil de obtener, gracias a su filosofía comprometida con el desarrollo de jugadores profesionales, acorde a lo que implica su pertenencia a esta casa de estudios.
Para mí los Pumas representan cosas muy importantes, puesto que pertenecen a una de las grandes universidades de América. Yo fui producto de hacer una carrera profesional en la Facultad de Arquitectura, y de ahí di el salto al equipo de futbol en Segunda División. Imagínense ustedes lo que significa para mí haber realizado toda mi carrera profesional jugando al futbol con Pumas durante cuatro años, alternando el estudio y ese deporte maravilloso en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Al cabo de esas cuatro temporadas, ganamos el campeonato de ascenso el 9 de enero de 1962, desde ahí subimos a la Primera División y jugué dos años en esa categoría defendiendo sus colores. Fue muy importante haber mantenido al equipo esos dos primeros años en Primera División, que son los más difíciles al ascender. Los Pumas para mí son una institución preciosísima y les pido siempre a los jugadores que representan los colores azul y oro los defiendan con todo el corazón. Partiendo de que es una institución nacida de la juventud estudiantil de la Universidad, para mí el equipo será siempre un emblema, un recuerdo inolvidable y tendré la esperanza de que los jugadores lo defiendan con ese espíritu de lucha, fuerza, interés, gusto por representar a nuestra querida institución, la Universidad Nacional Autónoma de México. Seguiré estando al lado de Pumas en las buenas y en las malas.
Alfredo Echávarri
Los inicios
El sueño de representar a la Universidad Nacional Autónoma de México en una cancha de futbol sin duda debió estar presente en el alumnado desde el inicio de las prácticas deportivas en la institución. El futbol americano fue el primero que mostró la proyección que se podía alcanzar, y con toda justicia se le identificó como el ejemplo a seguir.
En la década de los 40 del siglo pasado, ya un equipo representativo de la Universidad se había conformado para participar en diversos torneos de carácter estudiantil, y en ellos quedó plasmado lo que ya se sospechaba: que sus futbolistas tenían indudables cualidades y dejarían en alto el nombre de su alma mater.
La construcción de Ciudad Universitaria, y en ella el nuevo estadio, creó expectativas todavía más amplias entre sus estudiantes. La posibilidad de que un escenario tan majestuoso pudiera ser la sede de una escuadra representativa en el balompié profesional se comenzó a juzgar como algo real. Y fue en el año de 1954 finalmente cuando se dieron las condiciones para iniciar esta historia.
Desde luego que fue un arranque complicado. El plantel no fue admitido en el máximo circuito. Así que se tuvo que aceptar la propuesta de integrarse a la Segunda División, junto a su rival deportivo, el Instituto Politécnico Nacional.
Y la primera jornada de la temporada 1954-55 llegó. En ella, los jugadores universitarios, entrenados por el célebre Rodolfo Muñoz Butch, tuvieron que desplazarse hasta la Sultana del Norte para enfrentar al conjunto local. El resultado fue un adverso 3-1, que ya anunciaba que esa primera campaña iba a ser sumamente complicada.
Politécnicos y universitarios ocuparon los dos últimos puestos de la clasificación general. Más allá de los resultados en la cancha, quedó la satisfacción de que se había dado el primer paso. El sueño había empezado a tomar forma.
Sin embargo, después de tres años en los que se tuvo torneos con marcas perdedoras, se tomó la determinación de hacer una pausa en ese incipiente camino. Las cosas no estaban funcionando y tanto el equipo de la UNAM como el del IPN decidieron retirarse de la competencia para la temporada 1957-58.
Los guinda y blanco ya no volvieron, pero los azul y oro retomaron el camino con mayor energía un año después. Con la decisiva participación de Héctor Ortiz y de Octavio Vial al frente del conjunto, y la consolidación de una base estudiantil, reforzada ocasionalmente con elementos externos, en cuatro años se logró al fin el anhelo de subir a la Primera División.
Así, Pumas fue el primer equipo universitario que llegó a la división mayor del futbol mexicano para la temporada 1962-63, y desde entonces no hubo vuelta atrás. Se había andado por un camino tortuoso y por ello tenía todavía más mérito el logro alcanzado. No se compró un lugar, se ganó en buena lid, dentro del terreno de juego.
Ya instalados en el máximo circuito, curiosamente el Estadio Universitario era compartido con los otros tres conjuntos capitalinos: América, Atlante y Necaxa. De tal manera, en muchas ocasiones los felinos tuvieron que ser visitantes en su propia casa por cuestiones administrativas. Esto se acabó con la construcción del Estadio Azteca, a donde se mudaron todos ellos. Ciudad Universitaria fue exclusiva para Pumas a partir de 1966.
Pero la felicidad todavía no era completa. Si bien Pumas ya se había consolidado en la Primera División, aún estaban lejos de tener un papel protagónico. Únicamente en la campaña 1967-68 se tuvo una actuación destacada, al terminar en el subliderato general (en ese entonces, el torneo se definía por la suma de puntos conseguidos), cuatro puntos detrás de los Diablos Rojos de Toluca.
A pesar de estos tropiezos, indudablemente la fisonomía de la organización ya estaba perfilada. Con un énfasis en la formación de futbolistas, impulsada en gran parte por el entrenador italoargentino Renato Cesarini, que fue responsable del plantel durante casi tres años, aparecieron varios elementos destacados, al grado de que cuatro de ellos fueron convocados para la Copa del Mundo de 1966 en Inglaterra: Enrique Borja, Aarón Padilla, José Luis CalacaGonzález y Elías Muñoz.
Pumas ha sido toda mi vida, desde mi cercanía con la UNAM por haber crecido en San Ángel hasta tener la oportunidad de disfrutar de todos los eventos que había en el estadio, incluso la Olimpiada, el Mundial. Todo eso me acercó mucho, y desde luego el haber representado a la UNAM desde la preparatoria en diferentes torneos nacionales y de iniciar mi carrera profesional aquí. Me siento muy privilegiado y honrado de haber tenido eso en mi camino, en mi destino.
Leonardo Cuéllar
Pumas para mí simboliza mucha familia. Representa toda la historia que tiene el club. Nosotras también hemos puesto nuestra piedra de historia. Es mucha pasión, la felicidad, tanto personal como profesional, porque el futbol para mí es todo. Es lo que más amo hacer. Es mi gran pasión. En lo profesional me ha ayudado a ser una persona, una mujer más constante, persistente y resiliente. Y la vida se trata de esto. Pumas me ha enseñado muchísimo. Es un club que te ayuda a crecer, a ser una mejor persona, un mejor futbolista y a ser muy feliz dentro y fuera de la cancha. Pumas para mí es una pertenencia, un orgullo. Todo eso engloba a que Pumas es mucha pasión, amor, tradición e historia.
Dania Padilla
El despegue
La década de los setenta, que fue de transformaciones para nuestra Universidad, trajo consigo la consolidación de Pumas como un equipo sumamente destacado. Parte de ello se logró al crearse una asociación civil que desde 1975 se haría cargo de la administración del Club, a fin de que no fuera una carga económica para la UNAM y no dependiera así del presupuesto que se le otorgara.
No se puede soslayar el tino indudable de la directiva al contratar a jugadores que se transformaron en verdaderas leyendas: Evanivaldo Castro Cabinho (uno de los más grandes), Spencer Coelho, Geraldo Cándido, Juan José Muñante… junto a figuras incipientes de la talla de Hugo Sánchez fueron la mezcla perfecta que anunció la llegada del conjunto a la vanguardia del futbol nacional.
Un primer título de copa en 1975, seguido del título de campeón de campeones el mismo año fueron los antecedentes ideales para la consecución del hasta entonces elusivo primer título de liga, en la temporada 1976-77. Un ataque poderoso que encabezó todas las ofensivas del certamen, aunado a una sólida columna vertebral, permitió que se alcanzara el primer lugar de la clasificación durante la etapa regular. Y aunque la liguilla por el título no fue sencilla, se ratificó una actuación sobresaliente con el campeonato alcanzado el 3 de julio de 1977, contra Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, en el Estadio Azteca.
Los dos años siguientes, ya con Bora Milutinovic como timonel, Pumas volvió a llegar a la final del torneo, pero no pudieron coronarse al ser superados por Tigres y Cruz Azul, respectivamente.
Pero la presencia constante en los sitios de honor no dejaba duda que la institución ya era protagonista de primer orden. Y todo se ratificó en el certamen de 1980-81. A los dos primeros títulos internacionales de su historia –la Copa de Campeones y Subcampeones de la Concacaf, Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol, y la Copa Interamericana contra el ganador de la Copa Libertadores de América– se les sumó el segundo título de liga, obtenido de manera brillante al derrotar al Cruz Azul en el duelo decisivo por 4 goles a 1.
Los siguientes años no fueron pródigos en cuanto a la obtención de coronas –solamente se ganó la Concacaf en 1982 y 1990–, pero el estilo ofensivo del equipo y su presencia continua en los primeros sitios le valieron un reconocimiento unánime, que fue manifiesto al tener al Club Universidad como base de la selección nacional en el Mundial de México 86, con un cuerpo técnico encabezado por Bora y en el que se incluyó a ocho elementos surgidos de la cantera auriazul.
Pero no solamente en el campo estaba el sello de Pumas: también en la banca, ya que todos sus directores técnicos contaban con el ADN de la institución: después de Bora pasaron Mario Velarde, Héctor Sanabria, Miguel Mejía Barón y Ricardo Tuca Ferretti, todos exjugadores del equipo y que tuvieron las riendas de 1977 a 1996.
Cabe mencionar a la plantilla de 1990-91, que obtuvo el tercer campeonato de liga, con un grupo de jugadores que después destacarían en la selección y que alcanzaron la mejor campaña en cuanto a números en la etapa de los torneos largos.
Tres años más tarde, Miguel Mejía Barón sería el responsable de la selección nacional en el Mundial de 1994, con una importante base de elementos provenientes de Pumas.
La institución ha terminado de forjar mi carácter. Me ha enseñado a ser resiliente, dentro y fuera de la cancha y a pensar siempre en más de una opción. Por lo tanto, considero que me ha fortalecido también en mi personalidad.
Dirce Delgado
Representa una parte fundamental, importantísima en mi vida. Voy a cumplir 80 años y Pumas está conmemorando sus 70; muchos de esos años me ha cobijado en varios sentidos esta institución. Primero, como estudiante, soy egresado de la Escuela de Odontología, y después mi único equipo profesional de futbol como jugador es el de la Universidad Nacional. Luego me dio muchas oportunidades, primero como directivo, además como director técnico. Estoy muy orgulloso de la institución, los colores, lo que representa, la relevancia que tiene en nuestro país y en el mundo. En el aspecto lúdico, y al margen de ese término, ha sido también un apoyo permanente en el aspecto profesional, porque me ha dado trabajo, siempre he estado muy cerca en algunas épocas de mi vida. El destino me llevó por otros lares, pero he regresado acá y no creo que me pueda mover más. Para mí ha sido una bendición el que la Universidad me haya arropado y me haya guiado hasta aquí, hasta estos momentos todavía.
Miguel Mejía Barón
Consolidación
Con el surgimiento de los torneos cortos en 1996 (dos cada año, en lugar de uno, como se acostumbraba con la tradicional temporada larga), la dinámica cambió. Para todos los equipos, había prisa por empezar a conseguir resultados positivos o podían despedirse de una posible clasificación a la liguilla desde muy temprano en la competencia.
Esto afectó indudablemente al Club Universidad. A los directores técnicos ya no se les tuvo paciencia, y de esa manera pasaron cinco diferentes estrategas en los primeros cuatro años con este nuevo formato.
Pero la filosofía de trabajo se mantenía intacta. Se seguía confiando en los elementos producidos en casa, tanto en el terreno de juego como en la dirección técnica.
Y en medio de este estado de cosas se produjo el arribo de Hugo Sánchez a la cabeza de la plantilla. Después de una primera etapa promisoria, que concluyó pronto por desacuerdos con la dirigencia, nuevamente se hizo cargo del conjunto en el Torneo de Invierno 2001. Se encontró estabilidad y así se alcanzaron dos semifinales en 2002, se dio la primera participación en la Copa Libertadores de América en 2003 y se obtuvo un subliderato general en el torneo de Apertura 2003.
La mesa estaba puesta para un destacadísimo año de 2004, por coincidencia el del 50 aniversario de la institución.
Después de una etapa regular en la que se peleó codo a codo el primer sitio con Jaguares de Chiapas, y en la que Bruno Marioni obtuvo el campeonato de goleo individual, llegó el momento de la fase final, que aún se recuerda por su emocionante desarrollo y conclusión. Después de eliminar al Atlas en cuartos de final, dos cerrados encuentros con Cruz Azul concluyeron con el pase a la final frente a las Chivas de Guadalajara. No hubo vencedor ni vencido en los dos duelos decisivos, por lo que se requirió de los tiros penales para definir a un campeón. En una tensa sesión, los Pumas se coronaron 5-4 y acabaron con una sequía de 13 años sin títulos de liga.
Los próximos meses trajeron varias coronaciones más al obtenerse el título de Campeón de Campeones contra Pachuca –ganador del Apertura 2003–, el XXVI Trofeo Santiago Bernabéu, en la propia casa del Real Madrid –gracias a un tanto de Israel Castro–, y el Apertura 2004, frente al Monterrey, que consagró a Pumas como el primer bicampeón en la era de los torneos cortos.
Aunque en las siguientes campañas se presentaron altibajos, un poco acorde a la tendencia general de los equipos mexicanos, dos nuevos títulos de liga se sumaron, de la mano de dos directores técnicos forjados en casa y con gran identificación con los colores azul y oro: Ricardo Tuca Ferretti y Guillermo Vázquez Herrera (hijo).
En el Clausura 2009, el timonel de origen brasileño cumplía su sexto certamen como responsable de Pumas. Con la experiencia de una final perdida un año y medio antes (contra el Atlante), no dejó pasar esa nueva oportunidad, y después de cerradas confrontaciones contra Tecos de la Autónoma de Guadalajara, Puebla y Pachuca, se obtuvo la sexta estrella para el conjunto.
Un año más tarde, Memo Vázquez, quien fungía como auxiliar de Tuca, se quedó con la responsabilidad de la escuadra y no tardó mucho en llevarlo a la cima nuevamente.
Después de una sobresaliente etapa regular durante el Clausura 2011, no dejaron duda de su superioridad en la liguilla al eliminar a Monterrey –con ciertos apuros– y Guadalajara, antes de verse las caras con Monarcas Morelia en la final. Dos anotaciones de Juan Francisco Palencia y un recordado golazo de Javier Cortés encaminaron a los Pumas hacia la consecución de un nuevo campeonato, el séptimo de su historia.
Después de esa fecha, dos finales de liga y una de la Copa de Campeones de la Concacaf han dejado constancia que, de ninguna manera, sus integrantes se han dormido en sus laureles. Sin embargo, el deporte no es una ciencia exacta y los resultados no necesariamente reflejan el esfuerzo de quienes lo practican. Pero el deseo de superación se mantiene intacto y se continúa trabajando de manera incansable para mantener en lo alto el nombre del Club Universidad.
Otros logros
A la par de los logros en el campo, la institución se ha ido consolidando para ser ejemplar al proveer a sus integrantes de las mejores condiciones de trabajo con la construcción de las Instalaciones Ingeniero Guillermo Aguilar Álvarez, Jr., popularmente conocidas como La Cantera, en el extremo sureste de Ciudad Universitaria.
Desde 2017 existe también la escuadra femenil, que desde el primer momento se ha mostrado como digna portadora de los colores azul y oro en cada una de las campañas que ha disputado.
Esto solamente es un esbozo de la notable historia del Club Universidad, y no se le hace justicia a varios de sus actores principales, ya sean de pantalón corto o largo. Un hecho incontrovertible es que quien pasa por sus filas, de manera similar a quienes lo hacen por las aulas de la UNAM, queda impregnado de una mística particular y así lo reconoce en el resto de su vida profesional.
Así que es justo reconocer la trayectoria del Club a lo largo de estos 70 años y afirmar, con certeza, que su importancia y trascendencia, más allá del espacio de 105 x 68 metros, continuará en los años por venir. ¡Goya, Universidad!
Pumas es mi casa. Fue mi refugio. Fue el saberme cobijado, motivado, el saber que un grupo de personas que tenía que ver con dirigencia, con jugadores, con entrenadores, organización, confiaron en un chavo de 15 años, imberbe, que no entendía nada de la vida ni del futbol y le dieron la posibilidad. Hoy tengo 55 años y la pelota ha rodado de forma larga y con mucho tiempo, y estamos hablando de casi 40 años. Sencillamente es mi alma mater, es mi casa, es mi refugio, es mi lugar seguro, y si hoy puedo estar en los medios de comunicación y tuve una carrera como futbolista profesional durante algunos años, con varias cosas agradables, como selecciones nacionales, Juegos Olímpicos, Mundiales, jugar en Europa, esto sucedió porque tuve la enorme fortuna de que los Pumas confiaran en mí, me orientaran, guiaran, educaran, me hicieran un tipo competente y competitivo, y me dieran una misión con la pelota. Por lo cual, Pumas para mí lo es todo.
Luis García
Pumas es parte de mi vida, está en el corazón de mi familia. A lo largo de 15 años fueron muchas conquistas y sueños que pude cumplir con este gran equipo, con una gran institución, con una gran afición. Y Pumas fue el conjunto que marcó mi vida, que me hizo crecer como persona, como jugador de futbol. Tengo un cariño muy grande por la institución y por su gran afición, que le apoya en todos los momentos.
Leandro Augusto
Pumas es mi casa. Es mi mentor de vida. Es un sentimiento. Es más que un equipo de futbol. Es un modelo a seguir. Me enseñó los valores que me llevaron a lo largo de mi vida. Garra, corazón, entrega, resiliencia. Es un conjunto honorable. No sólo me formó como jugador, sino también como persona, ser humano. Y a Pumas lo llevaré en mi corazón, en mi alma y en mi mente. Por toda mi vida, por mi raza hablará el espíritu.
Efraín Velarde
Para mí Pumas representa garra, esfuerzo, pasión y compromiso dentro y fuera de la cancha. Más que un equipo, es una familia y un pilar de orgullo universitario. Pumas es donde mi corazón siempre está. Que vengan muchos años más de triunfos y gloria.
Darío Verón
Representa mi hogar, como también lo es para muchas personas; además, orgullo e historia, ¡es el mejor lugar para estar!
Stephanie Riberiro