Ciudad de México.- Con el objetivo de lograr, mediante la medicina predictiva, que médicos y pacientes conozcan la futura ocurrencia de enfermedades, Luis Vaca Domínguez, investigador del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, desarrolló un sistema portátil para el diagnóstico molecular.

Se trata de un sistema de microarreglos altamente sensible a la luz, que identifica mediante una muestra de fluido humano (sangre, saliva, lágrimas u orina) moléculas alteradas antes de que provoquen padecimientos que habitualmente se vuelven crónicos y, a veces, irreversibles.

Con un prototipo listo, dos patentes para la UNAM y más de 15 años de trabajo en este proyecto que conjunta conocimientos de Medicina, Química, Física y Computación, Vaca Domínguez fue distinguido con el primer lugar del Premio CANIFARMA en la categoría Investigación Tecnológica, galardón que otorga cada año la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (CANIFARMA).

“Se calcula que 80 por ciento de las personas en el mundo cuentan con un teléfono inteligente, pero apenas el 20 por ciento de ellas tiene acceso a servicios de salud de calidad. ¿Por qué no aprovechar esta popular tecnología al alcance de nuestras manos para acceder a una mejor atención médica?”, se preguntó el médico, maestro en Ciencias Bioquímicas y doctor en Ciencias Biomédicas.

En entrevista explicó que cuando se logre reducir y adelgazar su tamaño (en parte voluminoso por la batería) podrá integrarse como carcaza al teléfono celular y realizar sus lecturas mediante luz.

Vaca Domínguez recordó que desde la época de los griegos la Medicina se ha dedicado a tratar de curar enfermedades, no a prevenirlas. “Pero hay que cambiar el paradigma y adelantarnos con el diagnóstico molecular, que es predictivo y altamente sensible. Además, con este dispositivo cada paciente se hace responsable de su enfermedad y su médico, aun a distancia, puede recibir el diagnóstico molecular para interpretarlo y tomar decisiones tempranas”.

El especialista abundó que en ningún lugar del mundo hay infraestructura hospitalaria suficiente para atender a la creciente población mundial. “Pero con este equipo, que no es un fin sino un medio, se puede acercar medicina de alta calidad de diagnóstico a comunidades rurales y zonas que no cuentan con clínicas de atención, además de acelerar el servicio de emergencia en los hospitales”.

Con sus colaboradores y 15 alumnos de posgrado que han trabajado en su laboratorio, implementó el sistema de microarreglos que cuenta con uno de sondas inteligentes y otro altamente sensible de luz.

El aparato consta de un cartucho desechable en donde se coloca la muestra a analizar y un vidrio donde se imprimen los genes, de ahí un lector los identifica a través de un sistema de iluminación patentado por la UNAM.

Al iluminar el vidrio se produce una imagen de pequeños puntos y se proyecta a la cámara del celular que, a su vez, determina los genes mediante un software creado para esta tarea. Según las coordenadas del punto que se ilumine, es el gen de interés. “Podemos detectar genes involucrados en enfermedades cardiacas, respiratorias, incluso virus de diferentes tipos o hasta parásitos”.

Por ejemplo, añadió Vaca Domínguez, en enfermedades respiratorias como influenza se obtiene el subtipo de esta enfermedad con gran precisión. El diagnóstico tarda de 20 segundos a un minuto y medio, depende de cada caso.

Además, su batería permite utilizar el dispositivo durante dos días seguidos antes de recargarla nuevamente. Esto ayudará a las autoridades sanitarias llegar a las comunidades más lejanas, donde no hay electricidad, y realizar diagnósticos moleculares.

Igualmente, puede mandarse a cualquier parte del mundo a través del teléfono celular. “Si uno tuviera varios aparatos durante una pandemia, se podría identificar el número de casos en las calles, aeropuertos, centrales camioneras y se mandaría a la Secretaría de Salud para tener un informe en tiempo real y geográfico de lo ocurrido, y así controlarlo a tiempo”, finalizó.

Con esta distinción el universitario obtuvo recursos económicos para continuar su proyecto tecnológico y apoyar a sus estudiantes. En este esfuerzo también ha recibido financiamiento de la UNAM, a través de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, y de la empresa estadounidense TIRF Labs, con sede en Carolina del Norte, Estados Unidos, la cual se ha encargado de la creación de varias micropartes, y de la que Vaca Domínguez es cofundador.

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