Ciudad de México.- “Trabajamos en pro del envejecimiento saludable. Para lograr bienestar en las personas adultas mayores es preciso contrarrestar el viejismo (maltrato, discriminación y rechazo hacia este sector etario) y prolongar al máximo sus capacidades funcionales físicas, psicológicas y sociales”.

Con este objetivo, desde 1996 el profesor Víctor Manuel Mendoza Núñez –responsable de la Unidad de Investigación en Gerontología (UIG) de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza (FES-Z)– trabaja a fin de generar conocimiento y formar profesionales que brinden atención para un envejecimiento y vejez saludables.

Su labor tiene cada vez más impacto pues, a decir de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la población de 60 años y más se ha incrementado en el mundo y se estima que aumentará a mil 400 millones en 2030, y a dos mil 100 millones en 2050 (casi el doble).

Según proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), en 2070 dicho grupo representará al 34.2 por ciento de todos los mexicanos. “Nos anticipamos a los cambios demográficos en el país con el trabajo en gerontología, ciencia que estudia el envejecimiento en el aspecto biológico, psicológico y social”.

Incrementa población adulta mayor

Envejecimiento y vejez no son lo mismo, plantea Víctor Mendoza. El primero es un proceso gradual y adaptativo (caracterizado por la disminución de la reserva y respuesta biológica ante las exigencias para mantener la homeostasis), y una consecuencia de la carga genética y los cambios fisiológicos a lo largo de la vida. No hay consenso sobre cuándo inicia, pero en la UIG –con fines de intervención comunitaria– proponen que esto se da en la quinta década (cerca de los 45 años), después de la madurez, cuando comienzan a declinar ciertas funciones vinculadas a cambios biológicos característicos del envejecimiento.

En contraste, la vejez es un concepto que refiere a una etapa de la vida humana cuyo inicio, desarrollo, limitaciones y oportunidades son determinadas por los grupos sociales. En países en desarrollo como México –según la ONU– se considera a una persona como adulta mayor cuando cumple 60 años, mientras que en naciones desarrolladas esto sucede a partir de los 65 años.

Durante el segundo trimestre de 2022, en nuestro país residían 17 millones 958 mil 707 personas de 60 años y más, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN) del Inegi, lo cual representa al 14 por ciento de la población total. A partir de proyecciones del Conapo, se estima que en 2024 ese grupo poblacional será de 12.4 por ciento e incrementará a un 34.2 para 2070.

El trabajo desarrollado por el doctor Mendoza ofrece algunas propuestas de atención para un sector etario cada vez mayor, algo crucial pues, mientras que hoy en día no conocemos con exactitud cuántos especialistas en gerontología hay en el país, sí sabemos que existe una carencia notoria de geriatras (según el Consejo Mexicano de Geriatría sólo hay mil 36 con certificación vigente).

El responsable de la UIG aclara que la geriatría es una especialidad médica con objetivos diferentes a los de la gerontología, ya que atiende los problemas de salud relacionados con enfermedades relativas al envejecimiento, mientras que el enfoque gerontológico es de carácter preventivo y multidimensional. Además, busca reconocer a las personas adultas mayores como capaces de seguir contribuyendo a la sociedad.

Trabajar por una vejez saludable

“Envejecer de forma saludable significa estar bien y hacer y ser lo que uno quiere. Tiene que ver con lo biológico, psicológico, social y con tener motivos para vivir”, define el profesor. Para alcanzar este objetivo han realizado un amplio trabajo desde los años 90 del siglo pasado.

La UIG surgió en 1996 a fin de abordar el envejecimiento de manera multidimensional. En ella colaboran especialistas en química clínica, medicina, psicología, odontología, nutriología, trabajo social y enfermería, entre otras disciplinas. Quienes realizan su servicio social en la unidad son parte importante del equipo, como David Jesús Hernández Vásquez, quien está por concluir la carrera de Medicina.

“Prestar mi servicio social aquí me permite conocer otro paradigma. Durante la formación médica se muestra al adulto mayor como alguien a quien curar, pero ¿qué pasa cuando no tiene algún problema o algo curable? En dicho caso la atención debería ser diferente”, opina David.

Parte del trabajo de la UIG es en el campo de la gerontología comunitaria y, para ello, se diseñó el modelo de Núcleos Gerontológicos, que busca el empoderamiento de las personas mayores para que, a través de ello, tengan apoyo entre pares.  

“Por núcleo gerontológico nos referimos a un grupo de adultos mayores (de cinco a 10 integrantes) que se reúnen una vez por semana, durante cuatro horas, en un espacio acordado entre ellos, a fin de mantener y fortalecer ayuda mutua entre pares y autogestión. Antes, reciben una capacitación sobre los cambios biológicos, físicos, psicológicos y sociales en el envejecimiento y vejez, el autocuidado para mantener la capacidad funcional y acerca de la importancia de las redes de apoyo formales e informales para su desarrollo, siempre coordinados por profesionistas en gerontología comunitaria”, añade el profesor Mendoza.

Este modelo fue diseñado por Mendoza y su equipo –justo cuando se creaba la unidad de investigación– y se orienta a reconocer el capital humano y social que representan las personas adultas mayores, ya que éstas continúan contribuyendo a su desarrollo individual, al de su familia, al de la sociedad y al de más gente de su edad.

El modelo se puso en marcha en el estado de Hidalgo, Guanajuato y en el Centro Universitario para el Envejecimiento Saludable (CUENSA) de la FES-Z, con resultados alentadores. Hoy están adaptándolo al enfoque de la Atención Integrada para las Personas Mayores (ICOPE), de la OMS.

“El ICOPE plantea directrices para identificar factores que influyen en la disminución o alteración del entorno y de la capacidad intrínseca (genética, estado de salud, estilos de vida, comportamiento, recursos económicos), características que les otorgan su capacidad de movilidad, psicológica y social para seguir contribuyendo en sus comunidades”.

Con actividades como ejercicio físico (como taichí), talleres de alimentación y nutrición durante el envejecimiento, recreación cognitiva, consejerías psicológicas grupales y orientación gerontológica, Teresa Rosales y Maricela Sánchez, quienes asistían a las actividades del CUENSA y ahora participan en la adaptación del modelo de núcleos al ICOPE, se han visto beneficiadas en diversos ámbitos de su vida.

Teresa tiene 78 años y, hasta 2022, atendía una papelería. En 2023 comenzó a participar en el modelo de núcleos, donde aprendió a convivir, a manejarse en la vida y descubrió que es una persona resiliente. También practica taichí, lo que además de servirle como ejercicio de concentración y relajación, ha repercutido en su salud física. “Me ha ayudado a recuperar la movilidad de mis brazos y el equilibrio al caminar, el cual perdí hace unos años tras una enfermedad”, narra.

Maricela, quien durante más de una década se dedicó a la enfermería, tiene 67 años. En 2003 se incorporó a la atención basada en el modelo de núcleos y ahora participa en su adaptación. Su experiencia en este espacio la motiva y alegra todos los días.

“Hemos tomado conciencia de que no somos muebles, de que aún con nuestra edad hay muchísimas cosas que hacer. Hemos encontrado alegría, entretenimiento y salud. No pensé aprender tanto a esta edad”.

Ambas están cumpliendo uno de los objetivos del modelo: llevar el conocimiento a sus comunidades. “En la fiesta patronal de la iglesia haremos una presentación de taichí. Quiero que más gente de nuestra edad se atreva a hacer lo que nosotros, que vean que podemos movernos y hacer lo que queramos”, cuenta con entusiasmo Teresa.

“Pretendemos que este tipo de capacitación lo realicen los propios adultos mayores en otros sitios. El centro, como programa, es un laboratorio en el que ensayamos diferentes posibilidades para que se extrapole y pueda adoptarse y adaptarse en centros públicos y privados”, comenta el responsable de la UIG.

Otra de las estrategias para alcanzar un envejecimiento saludable es hacer frente al viejismo, es decir, “al maltrato, discriminación, rechazo hacia las personas mayores y todo lo que tiene que ver con el envejecimiento y la vejez”.

Desde la UIG se ha señalado que en México existe un viejismo estructurado que actúa en diferentes niveles: personal, familiar, comunitario, simbólico, institucional, académico, científico y en políticas públicas, el cual debe ser identificado, analizado y contrarrestado.

Formar recursos humanos

La FES Zaragoza también es precursora en formar profesionales en esta área con la creación del Diplomado en Gerontología, en 1994, “al cual ingresan profesionales de diferentes carreras, tanto de la salud como sociales. La idea es tener un conocimiento multidisciplinario sobre el envejecimiento poblacional y sus necesidades, porque hay que tomar en cuenta que éste es contextual y temporal”, indica el doctor Mendoza.

En 2014 se creó la licenciatura sobre Desarrollo Comunitario para el Envejecimiento, que también busca potenciar capacidades. Quienes egresan tienen un perfil para instrumentar programas comunitarios con la visión de fortalecer y reconocer el capital humano y social. “Lo importante es que las instituciones reconozcan a este profesionista para que se generen espacios de trabajo y así evitar que se incrementen las enfermedades crónicas no transmisibles y sus repercusiones”.

La formación académica ofrecida fue diseñada para lograr un efecto colectivo entre pares. Además, permite que estudiantes de cualquier entidad de la UNAM realicen su servicio social en la UIG a fin de que la enseñanza recibida llegue a más personas.

Para David, participar en el programa no sólo ha ampliado su panorama sobre el envejecimiento y la vejez, también le ha permitido reflexionar sobre el papel de las diferentes disciplinas en la gerontología. “En algunos años habrá más adultos mayores que jóvenes y niños. Debemos estar preparados y no sólo dar atención pensada en curar, sino tener una visión holística que brinde servicio médico y, además, considere otros aspectos”.

El universitario está convencido de que los proyectos desarrollados en la UNAM, en este renglón, impactarán a nivel comunitario. “Muchas veces se olvida que los adultos mayores pueden seguir aportando a la sociedad.  He aprendido mucho de ellos”, agrega David.

El conocimiento generado por el doctor Mendoza y su equipo ha permeado en la docencia, creación y desarrollo de la gerontología comunitaria en México, con lo que se han vinculado con otras universidades e investigadores del extranjero, quienes identifican a la FES-Z como una entidad multidisciplinaria importante en dicho campo.

“Es un compromiso social que no sólo queda en el laboratorio o en la comunidad. La sociedad puede ver que estamos regresándole lo que ha invertido en nosotros”, concluye el profesor.

La convocatoria para que personas adultas mayores asistan a los servicios sin costo del CUENSA, como participantes en la adaptación del modelo de núcleos gerontológicos, sigue abierta. Entre los requisitos están vivir cerca de la Clínica Universitaria de Atención a la Salud Los Reyes, ubicada en la colonia Ancón de los Reyes, La Paz, Estado de México, y tener 50 años o más. Para obtener más información se puede marcar al teléfono 56185 90261 o escribir al correo cuensagerontologia@gmail.com. “A quienes hayan diseñado este proyecto, mis respetos y agradecimiento, porque además de ser alegre tiene mucha visión a futuro. Nos ha hecho sentirnos útiles y darnos cuenta de que aún servimos para muchas cosas”, concluye Maricela.

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