Ciudad de México.- En agosto de 2006, la población LGBTIQ+ (lesbiana, gay, bisexual, trans, intersexual, queer y de otras identidades no incluidas) de la Universidad Nacional alzó la voz por una vida sin discriminación. Esto resultó en el surgimiento de UDiversidad, colectiva que trabaja en favor de las diversidades sexuales y de género.

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“Ha sido un espacio de encuentro y escucha para la comunidad universitaria y cualquier persona LGBTIQ+”, comenta Joshua Daniel Balderas Castillo, coordinador de UDiversidad y estudiante de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

Las acciones de esta organización son relevantes para hacer frente a las prácticas violentas y excluyentes hacia dicho grupo, pues la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022 del INEGI señala que 37.3 por ciento de quienes forman parte de la diversidad sexual y de género han padecido prácticas discriminatorias.

“La lucha de estas personas ha logrado que sus derechos se hagan efectivos y que, como grupo poblacional, tengan más visibilidad, pero aún hay estigmas y rechazos que acentúan las violencias”, indica Myriam Brito Domínguez, profesora de la ENTS.

Luchar en comunidad

UDiversidad cuenta con 41 integrantes de escuelas y facultades en Ciudad Universitaria, pero también de las FES Cuautitlán, Zaragoza y Acatlán, así como de las ENES Morelia y Mérida. Con actividades educativas, culturales y de trabajo comunitario informan, sensibilizan y crean conciencia sobre la diversidad sexual y de género.

“Nos conformamos a partir de nuestros saberes, experiencias de vida y formación académica. Eso nos da la oportunidad y pauta para crear proyectos en beneficio de la dignidad y respeto de la diversidad sexual en espacios académicos, políticos y culturales”, plantea Joshua.

Esta colectiva, la más longeva de población LGBTIQ+ en la UNAM, es autónoma y autogestiva. La capacitación de sus integrantes sobre cómo presentar una idea ante las autoridades y buscar recursos la han convertido en un semillero de proyectos.

Así, han creado las ferias de diversidad sexual, organizadas en la UNAM en coordinación con las direcciones generales de Atención a la Comunidad (DGACO) y de Orientación y Atención Educativa (DGOAE).

Además, participan en la formación de activistas y promotores mediante la vinculación con espacios como el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Asistencia Legal por los Derechos Humanos AC (ASILEGAL) y Fundación Arcoíris por el Respeto a la Diversidad Sexual.

“Buscamos crear comunidad. Por ejemplo, realizamos picnics e invitamos a la gente a hablar de temas como la salida del clóset, los pronombres, el lenguaje inclusivo, los baños neutros, el amor romántico o la violencia en el noviazgo de las parejas LGBTIQ+, entre otros”, expone el coordinador de dicha iniciativa.

También han impulsado políticas públicas en la Universidad con la revisión y difusión de la Primera consulta universitaria sobre condiciones de igualdad de género de la comunidad LGBTIQ+ en la UNAM, cuyos resultados se publicaron en 2022. “En 2023 salió la Cartilla universitaria de buenas prácticas enfocadas a poblaciones LGBTIQ+ por parte de Igualdad UNAM y de la Abogacía General, y pudimos hacer recomendaciones para mejorar el lenguaje y enfoque”.

Fuera del ámbito académico, participaron en la redacción de la primera Constitución de la Ciudad de México. “Fuimos la única colectiva universitaria invitada para revisar, específicamente, los derechos de la diversidad sexual y de género”.

Contexto actual

Las acciones realizadas por UDiversidad impactan de forma importante en la lucha de la población LGBTIQ+ en un país aún muy tradicional y conservador, en algunas zonas más que en otras, pues en espacios rurales la situación no ha avanzado de la misma manera que en los urbanos, apunta la profesora.

“Además, hay un malentendido respecto de los derechos civiles, políticos, sociales y económicos para quienes pertenecemos a las diversidades y disidencias de sexo y género. La creencia es que son especiales y no: son los mismos para todas las personas. Es al momento de aplicarlos cuando ocurren prácticas de discriminación”.

En 2018, la Encuesta sobre Discriminación por Motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (ENDOSIG) reportó que seis de cada 10 personas se sintieron discriminadas el año previo a la encuesta. Además, a una de cada cuatro se le negó de forma injustificada algún derecho (entre los más vulnerados se encuentran la oportunidad de trabajar, entrar o permanecer en algún negocio, así como el acceder a la justicia).

La ENADIS 2022 refiere que el 37.3 por ciento de quienes forman parte de la diversidad sexual y de género (de 18 años y más) ha vivido discriminación. De ese total, el 41 por ciento la ha padecido por su forma de vestir o arreglo personal, y el 32.1 por su orientación sexual.

Por otra parte, la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021 indica que, durante su infancia, al 27.2 por ciento de la población LGBTI+ la hicieron sentir diferente a las demás personas de su edad debido a sus gustos o intereses. El 27 por ciento vivió dicha situación en la adolescencia y sólo una décima parte de quienes no pertenecen a ese conjunto reportó haberse sentido de idéntica forma en los mismos periodos de vida.

“El problema central es la normalidad sexual. Aún se piensa que ciertas prácticas, formas de vestir, sentimientos, relaciones y cuerpos son normales, y que otros no. Lo que va contra los mandatos de género de la masculinidad y feminidad impuestos por el orden heteronormativo (implica la existencia única de la heterosexualidad) es poco aceptado, aunque en algunos espacios lo es más que en otros”, expresa Myriam Brito.

Joshua considera que aún falta trabajar para que en el imaginario social se les vea como humanos, independientemente de su apariencia física o vínculos amorosos o sexuales. “De nada sirve la prohibición de los esfuerzos para corregir la orientación sexual y la identidad de género (ECOSIG) si las bromas o chistes siguen apuntando a que estamos enfermos, a que algo está roto y debe curarse”.

Al respecto, el joven plantea la necesidad de instrumentar políticas públicas que acompañen las garantías ya ganadas, como el matrimonio civil, el acceso a medicamentos para quienes viven con VIH o la identidad legal para personas trans.

“La identidad y expresión de género, así como el deseo erótico y los vínculos establecidos a partir de esa orientación, forman parte de los derechos humanos. Cuando eso se vulnera se afecta nuestra dignidad, seguridad, integridad y manera de estar en el mundo”, añade la académica.

Hasta que la dignidad se haga costumbre

El papel de las colectivas universitarias en la lucha de la comunidad LGBTIQ+ ha sido necesario y fundamental, pues a decir de Joshua esos espacios muestran el panorama de la realidad. “Nos dan ese empujón de valentía y respeto para impulsar los proyectos que tenemos, tanto en conjunto como a nivel personal”.

Myriam también reconoce la importancia de los colectivos en las universidades, pues gracias a estos se han visibilizado violencias y presionado a las autoridades para que se trabaje en su erradicación.

Sin embargo, manifiesta que, a la par del trabajo de estos grupos, la sociedad debe informarse, sensibilizarse y tener apertura para entender que las diversidades sexuales y de género no aparecieron de repente: siempre han estado y el mundo ha cambiado porque cada vez son más visibles.

“Estamos reclamando el derecho a existir. Como dicen las compañeras y compañeros trans, y las personas no binarias: existimos porque resistimos”.

Joshua enfatiza que UDiversidad brinda acompañamiento a estudiantes con la finalidad de evitar discriminación en las aulas, por ello se enfocan en la prevención a través del proyecto Iridiscencias. “Capacitamos a la comunidad de la UNAM en temas de diversidad sexual y garantías individuales para que formen brigadas y repliquen la información. Lo hacemos desde nuestras formaciones en Psicología, Derecho, Trabajo Social y Pedagogía, por mencionar algunas”.

Además, a partir del semestre 2025-1, el estudiantado universitario podrá liberar el servicio social en la colectiva. Esto les permitirá darse cuenta de que, aunque a veces parece complejo, es posible hacer comunidad.

Todas estas acciones demuestran que los activismos, como el de UDiversidad, son el motor principal que ha permitido el avance de la agenda de derechos humanos para esta población. Por ello, Joshua concluye invitando a quienes quieran conocer, apoyar o formar parte de UDiversidad —sean de la población LGBTIQ+ o no— a contactarles. “Les vamos a apoyar y a escuchar. La Universidad debe ser un espacio seguro y lo estamos logrando poco a poco. Aquí estamos y seguiremos muchos años más, hasta que la dignidad se haga costumbre”.

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