Ciudad de México.- En una parcela ubicada al interior de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán Campo 4, de la UNAM, crecen los maíces Puma, desarrollados por Margarita Tadeo Robledo, profesora y coordinadora del programa de mejoramiento genético de la entidad, junto con un equipo de investigadores y estudiantes de la carrera de Ingeniería Agrícola.

“Tenemos alrededor de 40 años haciendo mejoramiento. Hemos generado diferentes materiales para distintas zonas a nivel nacional. Nuestros maíces parten de materiales nativos”, explica Tadeo Robledo.

La importación de maíz amarillo transgénico al país y la amenaza que éste representa para la diversidad de maíces nativos motivaron a la especialista en fitomejoramiento y a su equipo a trabajar en variedades de este grano que ya se encuentran en el mercado, con la finalidad de que puedan producirse y comercializarse a nivel nacional.

También han registrado variedades de maíz blanco para que México siga siendo autosuficiente en su producción y se están evaluando maíces palomeros que pronto podrían liberarse y entrar al mercado.

Preservar el mejoramiento convencional del maíz

El maíz es un símbolo cultural e identitario de gran importancia para México. Su domesticación comenzó hace 10 mil años, aproximadamente, por habitantes de Mesoamérica. El país es cuna de 64 razas de este cultivo agrícola, 59 de ellas consideradas nativas. Sin embargo, México importa altas cantidades de maíz amarillo y palomero.

“No los requerimos, tenemos variedades competitivas. Diferentes investigadores han demostrado que, desde la entrada de los transgénicos a Estados Unidos, comparado con el mejoramiento convencional no ha habido incremento en rendimiento de manera significativa, es decir, nuestros maíces que son buenos para el ambiente y salud rinden lo mismo que un transgénico, que afectaría a nuestras variedades nativas”.

En el programa coordinado por la investigadora Margarita Tadeo retoman técnicas de optimización milenarias. “Los mayas y mazahuas hacían selección, por ejemplo. Seleccionaron granos a través de años hasta domesticar el teocintle, planta de donde proviene el maíz, para obtener lo que conocemos en la actualidad”.

El proceso de mejoramiento genético convencional que realizan la académica y su equipo es por medio de la técnica de hibridación. “La planta de maíz es de polinización cruzada, es monoica (ambos sexos se presentan en una misma planta). Tiene la mazorca en la parte media —ésta es la inflorescencia femenina— y la inflorescencia masculina —que libera el polen— se localiza en la parte terminal.

Todas las plantas de una milpa son híbridos, ya que el polen puede llegar desde un metro hasta 500 metros a la redonda para fecundar a un grano de maíz. Por ello deben llevar a cabo esta técnica de forma controlada.

Para hacer un híbrido simple primero realizan un proceso de derivación de líneas para tener una línea pura y elegir una como hembra y otra como macho que, al cruzarse, incrementen su rendimiento. Posteriormente, transfieren el polen del uno a la otra. Al determinar qué híbrido tiene alto rendimiento se repite la acción año con año. “Esos no se pueden cosechar y volver a sembrar porque no tendrían el mismo potencial que en el origen”, aclara.

En el mercado, además de los híbridos simples que se usan en la faja maicena, también hay de tres líneas (trilineales), que presentan mayor rango de adaptación; dobles (cuatro líneas), de los más usados en los valles altos, y los híbridos varietales, que se obtienen al cruzar dos variedades.

“Usamos la hibridación porque esos materiales los canalizamos hacia zonas con alto potencial de rendimiento. La conformación genética de cada variedad define a qué ambiente estará destinado. A aquellos que cuentan con riego o muy buen temporal van los híbridos, pero a los que tienen un temporal muy retrasado en una zona de valles altos, con un ciclo libre de heladas muy corto, van variedades con ciclos breves”.

Maíces amarillos

Datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) estiman que para el período de octubre 2023 a septiembre 2024 la oferta nacional de maíz amarillo ascenderá a los 23 millones 246 mil toneladas, de las cuales el 12.82 por ciento será inventario inicial, 15.08 se producirá en el país, mientras que el 72.08 procederá de importación.

“Hace unos 20 años, en el Estado de México se vio la necesidad de iniciar programas para generar variedades amarillas que fuesen una alternativa para producir en el país y reducir la importación. Pero el mejoramiento genético es algo a largo plazo, un proyecto de vida”, subraya Tadeo.

Kuautli Puma, Mistli UNAM y Coztli Puma son la nueva generación de maíces amarillos generados por este equipo. Dos son híbridos varietales y otro es variedad. “Si dispongo de agua de riego se siembra el que tenga mayor potencial de rendimiento: los híbridos varietales. Estos pueden rendir ocho toneladas por hectárea y sus semillas son más fáciles de producir”.

Todos fueron evaluados en campo, en la zona para la que están recomendados, pero también en laboratorio se realizaron pruebas para elaboración de totopos, tortillas y harina. “A veces pensamos que los materiales amarillos no son para tortilla, aunque son altamente nutritivos: tienen vitamina A, carotenos y buena capacidad de nixtamalización para elaboración de tortillas, por lo que fueron estudiados en ese sentido”.

Los tres cuentan con Título de Obtentor y están registrados y vigentes en el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales (CNVV), por lo que se puede incrementar semilla en categoría certificada para su uso por los productores de maíz.

Maíces blancos

México es autosuficiente en producción de maíz blanco, que se destina al sistema tortilla. Para el período de octubre 2023 a septiembre 2024 el SIAP estima que se ofertarán 27 millones 123 mil toneladas de este grano, de ellas el 89.07 por ciento se producirá en el país, el 8.63 será de inventario inicial y el 2.28 derivará de importación.

“La nueva generación de variedades de maíces blancos son tres híbridos trilineales para las zonas de los valles altos, que van de los mil 800 a los dos mil 200 metros sobre el nivel del mar, para condiciones de punta de riego o de buen temporal. En ambientes de suficiente humedad pueden expresar su máximo potencial de rendimiento”, explica la coordinadora del programa de mejoramiento.

A estos híbridos los denominaron con palabras que, en diferentes lenguas, significan maíz. Tsiri Puma (maíz en purépecha), Atziri Puma (maíz en maya) y Tlaoli Puma (semilla de maíz en náhuatl). Los tres también cuentan con Título de Obtentor y registro vigente en el CNVV.

Maíz palomero

La universitaria expone que “aunque el maíz palomero es originario de México, todo el que consumimos lo importamos de Estados Unidos, nuestra producción es mínima y no tenemos variedades”.

Agrega que el maíz palomero toluqueño se está erosionando, por lo que están trabajando con las diferentes razas, incorporando materiales que tienen colegas de instituciones como el INIFAP.

“Tenemos cuatro variedades que no hemos liberado, pero ya están descritas para registrarlas en el CNVV”. Estos maíces, con los que pretenden llegar al sector gourmet, reciben el nombre de Palomero UNAM, Palomero Puma, Palomero Unamita y Palomero Oro.

¿Quién multiplica la semilla?

Uno de los grandes problemas que enfrentan las y los mejoradores de maíz en México es que no hay quienes reproduzcan las semillas. “Nosotros somos investigadores, profesores y no estamos en el otro eslabón para multiplicar, producir y llevar al productor”.

Como equipo de trabajo cuentan con híbridos exitosos que son del dominio público, porque tienen más de 15 años utilizándose, como es el caso del H-50 y H-48, autoría UNAM-INIFAP. Pero para sus otros desarrollos requieren productores que puedan multiplicarlos.

“En la Universidad Nacional tenemos que hacer mucha labor para que los pequeños empresarios de semillas vengan, hagan convenio con la instancia correspondiente para que multipliquen la semilla y entonces tengamos este círculo virtuoso que es la docencia, la investigación, la difusión y el uso de los resultados que nosotros tenemos”.

Formar profesionales que aporten a la sociedad

Históricamente la UNAM ha registrado alrededor de 20 variedades en el CNVV, de las cuales seis siguen vigentes.

Margarita Tadeo reconoce que el trabajo que realizan como equipo multidisciplinario e interinstitucional conlleva diferentes beneficios.

“La esencia de la Universidad es la formación de recursos humanos y, por tanto, nosotros como profesores de carrera formamos estudiantes haciendo las cosas, estando inmersos en lo que ocurre en el país”. Una vez saliendo las y los profesionistas regresan a la sociedad lo que se invirtió en sus estudios, aportando lo que aprendieron.

Otro de los beneficios es la generación de empleo para los pequeños o medianos productores de semilla. Además, se favorece todo el proceso de la industria cuando estos desarrollos entran a la masa y la tortilla.

“Tenemos una gran cantidad de productos con el recurso que la Universidad nos destina para la investigación: la información bibliográfica que generamos, artículos científicos que otros colegas están revisando y folletos técnicos que utilizan los productores. Finalmente, Margarita Tadeo hace una invitación a los productores de semillas del país para que se acerquen a la Universidad y ellos puedan, a través de convenios con la UNAM, proporcionarles los progenitores de las tres variedades de maíz blanco y tres de amarillo. De esta forma, ellos multiplican, comercializan y llegan al destinatario final: los productores. “En el momento en que esa semilla llegue a ellos y puedan gozar de los beneficios de todo el trabajo que los universitarios hacemos en el proceso de mejoramiento genético, habremos cumplido el objetivo”.

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