• Importamos más de la mitad de nuestros alimentos y 30 por ciento de los bienes: Moritz Alberto Cruz Blanco
• La relación con la economía de Estados Unidos es lo que hace que nos preocupemos, dijo Gerardo Minto Rivera
• La inflación también se debe a la especulación con los precios de diversos productos, alertó Arturo Ortiz Wadgymar
Ciudad de México.- Si México realmente quiere abatir la inflación –que llega casi al ocho por ciento, una de las más altas en los últimos 20 años– sin frenar el crecimiento económico, debe impulsar una política agraria para intentar recuperar su autonomía alimentaria, así como promover una política industrial que nos haga depender menos de las importaciones.
Así lo afirmó el investigador del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Moritz Alberto Cruz Blanco, quien expuso que ambas medidas ayudarían a que la inflación de los precios internacionales de alimentos y bienes no se traslade a precios domésticos.
Al participar en la mesa redonda “La economía mexicana. Recuperación con inflación” expuso que desde hace cuatro décadas nuestra nación importa más de la mitad de los alimentos que consumimos, lo que la hace vulnerable a la inflación. “Como dependemos de ellos, se compran al precio que sea”.
De igual forma, adquiere del extranjero cerca de 30 por ciento de los bienes que requerimos, principalmente a Estados Unidos, y de ellos 90 por ciento son manufacturas. En ese país se observa que diferentes empresas ampliaron el margen de ganancias en sus precios (hasta 59.3 por ciento), sin importar la demanda.
Estimular una política agraria y una industrial implicaría realizar gasto público y recurrir a mecanismos como subsidios, inversión en infraestructura, transferir tecnología por parte del Estado a esos sectores, otorgar precios de garantía, proporcionar financiamientos accesibles, procurar el acceso de insumos a bajo costo y ofrecer incentivos fiscales, precisó.
El experto señaló que el Paquete Contra la Inflación y la Carestía que anunció el gobierno mexicano en mayo pasado para combatir el precio de los alimentos -que incluye medidas como estabilizar los precios de gasolina y diésel, incrementar dos millones de toneladas de maíz, frijol y arroz mediante el programa Producción para el Bienestar y dar fertilizantes gratuitos en nueve entidades, entre otras-, va en la dirección correcta, aunque es insuficiente.
Lo que se requiere, insistió, es una política agraria cuyo objetivo sea el lograr la soberanía alimentaria, una producción que permita satisfacer la demanda doméstica y, en la medida de lo posible, exportar.
En la mesa a distancia, Cruz Blanco, también director de la revista “Problemas del Desarrollo”, expuso que la expectativa de crecimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) para México en el presente año es de 2.4 por ciento, mientras que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha sugerido 3.4 por ciento, lo que puede considerarse bueno.
Sin embargo, remarcó que deben tenerse presentes obstáculos externos que pueden afectar, como son: que la economía estadounidense pueda desacelerarse de manera importante –porque lleva dos trimestres seguidos a la baja–, el riesgo de recesión a nivel mundial, así como el alargamiento de la guerra entre Rusia y Ucrania, entre otros.
En su oportunidad, el académico de las facultades de Economía y de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Gerardo Minto Rivera, expuso que son múltiples los factores que han generado una inflación a nivel global, como la crisis mundial de energéticos y alimentos, el conflicto Rusia-Ucrania y que las economías aún no han superado los efectos de la pandemia por la COVID-19 y sus afectaciones a las cadenas de suministro, entre otras.
Ante ello, indicó, hay especialistas como Nouriel Roubini –quien predijo la crisis económica de 2008– que sugieren habrá una inevitable recesión hacia finales de este año.
Diversos organismos, como el FMI, realizan estimaciones de crecimiento pesimistas, por ejemplo para las economías avanzadas es de 2.5 este año y 1.4 para 2023. En tanto, para el vecino país del norte se calcula de 2.3 en 2022 y de 1.0, en 2023. “La relación con la economía de Estados Unidos es lo que nos hace preocuparnos”, señaló.
Arturo Ortiz Wadgymar, académico del IIEc, coincidió en que las proyecciones de organismos internacionales respecto al crecimiento económico mundial para 2022 son malas, y México no puede ser la excepción, aunado a que nuestra nación depende de importar energéticos como gasolina y también alimentos.
Sin embargo, hay factores internos que contribuyen a la inflación como la especulación que se realiza con diversos productos a los cuales, de manera intempestiva, les suben sus precios a fin de aumentar la tasa de ganancia.
“La época más propicia para obtener más ganancias por parte de productores, distribuidores, transportistas, es cuando hay inflación”, por lo que sugirió mayor vigilancia por parte de autoridades de economía sobre el incremento de precios, principalmente de alimentos.