Ciudad de México.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cerca de 10 por ciento de la población en el planeta tiene algún grado de enfermedad renal, que además de afectar su calidad de vida la predispone a otros padecimientos como anemia, desnutrición, problemas cardiovasculares, diabetes e hipertensión, entre otras.

Así lo expresa el académico de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, de la UNAM, Joel Bucio Rodríguez, quien añade que en México la situación es similar, pues de acuerdo con la Secretaría de Salud federal la prevalencia de enfermedad renal es de 12.2 por ciento y se registra una tasa de 51 defunciones por cada 100 mil habitantes.

Este padecimiento aqueja a personas de cualquier edad, género y estrato social, y tiene impacto en la economía de las sociedades por las incapacidades prematuras, así como por los servicios y atenciones que demandan a los sistemas de salud, agrega el experto universitario con motivo del Día Mundial del Riñón, que se conmemora el segundo jueves de marzo.

“Que una de cada 10 personas podamos tener o tengamos cierto grado de enfermedad renal es grave. El problema es que no lo sabemos, no nos lo han diagnosticado. El caso extremo es la insuficiencia renal aguda, que se presenta entre el 15 y 16 por ciento de quienes se hospitalizan y pueden evolucionar hasta una insuficiencia renal crónica”, añade.

El especialista en medicina de urgencias subraya que se debe trabajar en la prevención y en su cuidado ya que es, después del corazón y junto con el hígado, uno de los órganos más importantes.

Por él pasa toda la sangre que circula por el cuerpo -formada de agua-, a fin de filtrarla y eliminar las sustancias tóxicas a través de la orina, y nuevamente reabsorber el agua.

Si no funciona bien, señala en entrevista el experto, se retienen líquidos, no se eliminan sales que hay en exceso, ni sustancias tóxicas como la urea y la creatinina, que son como veneno para la sangre.

“Algo muy sencillo que depende de nosotros es cuidarnos y tomar suficiente agua, no consumir tanta comida procesada ni tanto refresco. La enfermedad renal se asocia con la obesidad, la diabetes y la hipertensión. Si cuidamos nuestra alimentación, tomamos líquidos de calidad, ayudamos a evitar que desarrollemos algún problema del riñón en los siguientes años”, remarca.

Signo de enfermedad

Diagnosticar si se tienen problemas con este órgano es sencillo, puede obtenerse a partir de muestras de sangre para medir los niveles de creatinina, también mediante exámenes de orina, y con estudios complementarios como el ultrasonido.

Sin embargo, de 80 a 90 por ciento son diagnosticados cuando la enfermedad ya está avanzada y requieren de atenciones que demandan mayor inversión económica, así como más infraestructura, recursos médicos y técnicos.

“Los pacientes no sienten nada, a veces sólo presentan cansancio o debilidad. Acuden al médico, les toman muestras de sangre y les reportan que tienen muy alta la creatinina, signo de enfermedad renal crónica”, resalta el experto.

Se estima, abunda, que un paciente gasta más de nueve mil dólares anuales en medicamentos, tratamiento y traslados, y no todos tienen la misma capacidad económica para solventar los gastos.

En países como México, refiere, los sistemas públicos de salud no pueden hacer frente a estos costos, sobre todo de quienes están con padecimientos avanzados.

Además, porque muchos también tienen anemia, desnutrición, lípidos y grasa en la sangre, problemas en los huesos y más fracturas, enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, así como mayor riesgo de contagio del VIH y de afecciones infecciosas, como la malaria.

Lo anterior se debe a que requieren transfusiones de sangre o someterse a diálisis o hemodiálisis, detalla el académico de la FES Zaragoza.

En los niños, subraya, la enfermedad renal retrasa el crecimiento, ocasiona problemas de talla y desnutrición, lo que impacta también el desarrollo cognitivo. “Afecta psicológica y emocionalmente no sólo al paciente, sino a toda la familia”.

El Día Mundial del Riñón se instauró en 2006 por iniciativa de la Sociedad Internacional de Nefrología y la Federación Internacional de Fundaciones Renales, con el objetivo de crear consciencia sobre el padecimiento renal crónico.

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