Ciudad de México.- Aun cuando la democracia continúa como el sistema de gobierno preferido por la mayoría de la población a nivel global (70 por ciento, según cifras del Pew Research Center), en los últimos años ha caído significativamente el entusiasmo por ella; una de las razones de la insatisfacción es la percepción de que a “los funcionarios democráticamente electos no les importa lo que piensen los ciudadanos y se desconectan de lo que ocurre en sus naciones”.

Así lo expuso el coordinador del Programa Universitario de Gobierno (PUGOB) de la UNAM, Eduardo Robledo Rincón, al ofrecer la conferencia, “¿Ganar el poder? ¿O solo la elección?”, en el Seminario Internacional Campañas Políticas en la Era de la Desinformación.

En el auditorio del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3), de la UNAM, recalcó: “desde 2018 el mundo experimenta una recesión democrática, incluso porque este mismo sistema puede contener elementos que la pongan en riesgo”.

Numerosos actores políticos, prosiguió, no tienen claro que el poder es un medio, no un fin, y además un proceso, que se tiene que construir. “Se puede ejercer la autoridad, pero no el poder, es una discusión que ha llevado más de 300 años, por ello, es tan difícil gobernar”.

Con aproximadamente 51 por ciento de la población mundial constituida en electores en 76 naciones, el 2024 es el año electoral más grande de la historia: “en la mayoría de estos países la ciudadanía votará en democracias plenas o con imperfecciones, y uno de cada cuatro votantes participará en comicios en regímenes híbridos y/o autoritarios”, externó.

En este contexto, definió en diez aspectos referentes a “cómo no ganar una elección”: No contar con un plan estratégico de campaña; No tener un eje rector de comunicación; Ausencia de información estratégica; No escuchar; No administrar los tiempos; No tomar decisiones, no corregir; No ejercer un liderazgo político; No tener un equipo con capacidad de ejecución; No saber para qué se quiere ganar; No vacunarse contra la Hybris (enfermedad del poder).

En contraparte, para ganarla citó la guía para el candidato moderno con puntos escritos por Quinto Tulio Cicerón, en el año 64 a.C.: El cuidado de las apariencias; El cuidado del núcleo cercano de los amigos; Ganar el voto de los indecisos y mantener el voto de los fieles; Rodearte de las personas adecuadas durante la campaña; Tener a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca; Las promesas son importantes; No hay un hombre imposible de convencer; El constante apoyo de los jóvenes; Ganarse el favor de los enemigos; Realizar promesas con liberalidad y deferencia.

Al responder a la pregunta ¿por qué candidatos no votar?, citó al historiador y profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Yuval Noah Harari, quien afirma que si algunos políticos no entienden las siguientes preguntas sin ser capaces de formular una visión que tenga sentido para el futuro no deben ser votados:

“Qué acciones emprenderá para reducir los riesgos de una guerra nuclear?; ¿para reducir los riesgos del cambio climático?; ¿para regular tecnologías disruptivas como la IA y la bioingeniería?; ¿cómo ve usted el mundo de 2040?, ¿cuál es su peor situación hipotética?, y ¿cuál es su visión para la mejor situación hipotética?”

En cuanto a nuestro país, Robledo Rincón dijo que ya no se trata de campañas políticas, sino de campañas electorales, la diferencia se fundamenta en que los actores “no hacen más política”.

“Las alianzas y los consensos son fundamentales, el caos y la simulación son los enemigos mayúsculos. En contraste, el conocimiento, el posicionamiento y la diferenciación pueden llevar al triunfo electoral”, concluyó.

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