Ciudad de México.- En un mundo donde el cambio climático acelera su impacto y la crisis ecológica se agudiza, la salud del suelo, aunque esencial para el equilibrio del planeta, sigue siendo uno de los grandes olvidados. En el Día Mundial del Suelo, el investigador Felipe García Oliva, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, hace un llamado urgente para cambiar esta perspectiva y reconocer el suelo como un aliado clave en la lucha contra el calentamiento global.

A menudo subestimado, el suelo no solo es el cimiento donde crecen los cultivos que alimentan a la humanidad, sino que también cumple funciones fundamentales en la regulación climática. Según García Oliva, es un “sumidero” natural de dióxido de carbono (CO2), un gas de efecto invernadero que, cuando se acumula en la atmósfera, contribuye al calentamiento global. Sin embargo, su capacidad para almacenar carbono está siendo gravemente amenazada por prácticas agrícolas insostenibles y la deforestación masiva.

El Suelo, un “Aliado” que se Está Deteriorando

El investigador subraya que los ecosistemas de humedales, vitales para la salud del suelo, se están secando, liberando gases de efecto invernadero que incrementan la temperatura global. Además, el suelo es esencial para la provisión de agua: su capacidad para infiltrar y almacenar agua subterránea es crucial en épocas de sequía. En un año particularmente cálido y seco como el 2024, fenómenos climáticos extremos como la depresión aislada en niveles altos, que devastaron regiones de España, demostraron cómo la falta de permeabilidad del suelo puede desencadenar desastres naturales.

Pero el impacto del suelo va más allá de su función en el clima. Según la ONU, más del 95% de los alimentos que consumimos dependen del suelo, y este sustenta no solo a los cultivos agrícolas, sino también la biodiversidad microbiana que mantiene los ecosistemas vivos y saludables. Las bacterias, hongos y arqueas presentes en el suelo son los “inventores” de los metabolismos celulares que sustentan la vida en la Tierra.

El Costo del Uso Desmedido del Suelo

El Dr. García Oliva también alerta sobre los riesgos derivados de la intensificación de la agricultura, que degrada la calidad del suelo y lo convierte en un emisor de gases nocivos como el metano y el óxido nitroso. En México, esta práctica se observa en zonas como Michoacán, donde vastos bosques de pinos y encinos están siendo talados para dar paso a huertos de aguacate, en respuesta a la creciente demanda de este producto en los Estados Unidos. Sin embargo, el suelo en estas áreas no es adecuado para este cultivo, lo que provoca la pérdida de biodiversidad y la degradación de la calidad del aguacate.

Otro ejemplo alarmante es el Valle de Cuatro Ciénegas, en Coahuila, donde la producción de alfalfa ha desplazado a los pastizales nativos, pese a que el clima y el suelo no son aptos para este cultivo. Esta explotación excesiva amenaza la rica biodiversidad de la región y altera los equilibrios ecológicos que han existido por miles de años.

La Necesidad de una Gestión Sostenible del Suelo

En este contexto, el tema de este año para el Día Mundial del Suelo, “Cuidar los suelos: medir, monitorear, gestionar”, resalta la urgente necesidad de recopilar datos e información detallada sobre las características de los suelos para tomar decisiones más informadas y fomentar prácticas agrícolas más sostenibles. García Oliva hace un llamado a cambiar la percepción del suelo como “tierra sucia”, recordando que su cuidado es esencial para garantizar la seguridad alimentaria global y mejorar la salud humana.

La UNAM, a través de diversos proyectos de investigación, se encuentra a la vanguardia de los esfuerzos para restaurar suelos degradados, entender su capacidad de captura de carbono y promover prácticas agrícolas que no solo mantengan la productividad, sino que también regeneren la salud del suelo. En su laboratorio de Biogeoquímica de Suelos, los investigadores estudian desde hace 20 años los efectos de la agricultura intensiva en el Valle de Cuatro Ciénegas, y cómo la modificación de las prácticas agrícolas podría mitigar el daño.

La Solución Está en Nuestras Manos

El mensaje es claro: proteger el suelo no es solo una cuestión ecológica, es una cuestión de supervivencia. “No debemos ver los suelos como algo perdido”, afirma García Oliva. “Debemos buscar recuperarlos”. Si actuamos ahora, podemos restaurar la salud de nuestros suelos, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar que las futuras generaciones tengan acceso a un entorno habitable, saludable y productivo.

El suelo es mucho más que un recurso natural. Es el pilar de la vida misma, y su preservación es un desafío urgente que no podemos seguir ignorando. La hora de actuar es ahora.

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