María Elena Maldonado
Esta frase de Jaime Balmes (filósofo español 1810-1848) que encontré en un artículo de Eduardo Caccia (consultor, conferencista y escritor) lo podría considerar un consejo para practicar, pues aunque la inteligencia se ha llegado a considerar como un don de la genética, lo cierto es que podemos desarrollarla para aprender a pensar de forma adecuada en cada situación; la lectura, el arte, la práctica de la auto eficiencia entre muchos ejercicios, sin importar la edad ayudan a ampliar nuestros horizontes y nuestra capacidades.
Esto es sólo una acotación para sustentar los comentarios extraídos de los columnistas del periódico Reforma del reciente domingo 23 y que pretenden hacer un esbozo inteligente –para mí, ya ustedes calificarán- de lo que no está y está sucediendo en la “cuarta transformación” liderada por López Obrador.
Sí este hombre abriera su mente para escuchar esas voces inteligentes que sobran en nuestro país otro gallo nos cantaría, cantaría con tanta armonía que la transformación sería histórica en positivo, no como la que estamos experimentando que nos lleva directo a un desastre histórico.
No por orden de importancia, simplemente por orden de aparición en mis apuntes y donde copié la frase que le da título al texto que escribe Eduardo Caccia dice: …Y así está lleno el país, de incontables saberes mal aprovechados, en buena medida porque la meritocracia partidista y gubernamental generalmente no están fundamentadas en la capacidad para dar resultados a la ciudadanía, sino en ser comparsa de alguien más en el poder.
Solo así es explicable que haya funcionarios públicos incompetentes, aunque avalados por la máxima autoridad política de este país, mientras otros, infinitamente mejor preparados, no son tomados en cuenta. ¿La razón?, quizá está en las palabras de Jaime Balmes: “Sólo la inteligencia se examina a sí misma”.
Mientras López O, destituye, se deshace de personas experimentadas de probada eficacia y talento; elimina programas, instituciones importantes para evaluar lo que hacemos y saber en dónde estamos, una de las tantas formas de examinarse a sí mismo.
Gabriel Zaid nos dice que garantizar la seguridad de la población no es uno de los servicios del Estado, es su razón de ser. Si no hay seguridad, no hay Estado. Su jefatura resulta simbólica.
Para conocer la situación en la que se encuentra nos muestra los índices elaborados por el Fondo para la Paz que es una institución educativa y de investigación no gubernamental sin fines de lucro de los Estados Unidos.
Fundada en 1957, FFP “trabaja para prevenir conflictos violentos y promover la seguridad sostenible”, ellos producen anualmente un Índice de Estados Frágiles. En 2019, Finlandia obtuvo el mejor lugar (178); Yemen el peor (1). Del continente americano, Canadá el mejor (172), Venezuela el peor (32), después de Haití. México quedó en el lugar 98, por debajo de 80 países.
México ha vivido situaciones hobbesianas (de inseguridad general y guerra de todos contra todos) en dos transiciones históricas: la Independencia y la Revolución. Hoy, la transición democrática vive en ese peligro.
En diciembre de 2019, el 73% de la población urbana consideraba que “vivir en su ciudad es inseguro” (INEGI). Por cierto le hace algunas recomendaciones como sanear las cárceles que son centros de extorsión telefónica, escuelas del crimen y agencias de reclutamiento para la delincuencia organizada; transparentar al sector público, respetar la libertad de expresión.
Dentro del poder judicial construir un foro para que otros penalistas –un tercero- califiquen la calidad de las sentencias. No arriesgarse a realizar operativos fallidos como el arresto del hijo del Chapo. Negociar el intercambio de información entre todas las autoridades y cuidar el alumbrado público de las calles.
Mientras López O. Dice que nunca se había hecho tanto, que ellos se reúnen cada mañana y hace declaraciones ya en exceso conocidas que sólo generan burlas: como acusar a los delincuentes con sus mamas, decirles fuchila guacala o fuchi caca, hay que dar abrazos no balazos aunado a su “argumento” favorito que es culpar a los neoliberales conservadores o directamente a nuestro ex presidente Felipe Calderón.
Carlos Elizondo Mayer-Serra nos dice “Culpar al neoliberalismo de crímenes como el de Fátima es una ceguera táctica en este caso, a la que AMLO recurre repetidamente para regresar a sus mensajes clave. En nada resuelve el problema. Si el Presidente conociera América Latina, sabría que en el neoliberal Chile se cometieron 42 feminicidios en 2018, mientras que en el socialista o ciertamente antineoliberal Venezuela, 448.
Culpar al neoliberalismo de un asesinato en la CDMX es aún más absurdo. Ha sido gobernada por nuestra llamada izquierda desde 1997 y Tláhuac desde el 2000. El grueso de las decisiones que afectan la vida de las personas es responsabilidad del gobierno local. Lo que falló en el crimen de Fátima fue el gobierno local. Tras 23 años en el poder, la izquierda ha hecho grandes leyes, pero no ha construido instituciones que funcionen para proteger a las niñas y a las mujeres.
En cuanto a economía el especialista Luis Rubio aclara que el desarrollo sin crecimiento es mera fantasía. Que por su parte el crecimiento requiere de inversión privada y para ello tiene que acabarse la incertidumbre que provoca el mismo gobierno. El desarrollo se crea con un esquema incluyente que promueva la movilidad social, algo natural en el siglo XX pero casi inexistente en la actualidad.
Esto es un claro ejemplo de que en la cuarta no hay vida inteligente, pero siempre tienen la oportunidad de abrirse a ella, hay que recordarles que no es una puerta cerrada, su problema es que ellos la tienen clausurada desde el interior y se niegan abrir.